lunes, 4 de febrero de 2008

Dieta de la luna (jugo de toronja pa' que adelgace la angustia)


Aquí estoy, mis dos lectores más que queridos, añorados. Aunque con tanta ausencia mucho me temo que ahora sólo me quede, con algo de suerte, un solo lector perdido en la inmensidad de la red. Pues volví, porque como Quetzalcóatl, prometí regresar... aunque claro, a diferencia de la serpiente emplumada yo sí cumplo y pos aquí estamos, dándole a la palabra que resguarda de los ventarrones ojetes de la cotidianidad.
Durante dos semanas fui una desempleada con un micro negocio consistente en hacer morrales. Por ahí del 21 de diciembre renuncié a mi antiguo y por mucho pero mucho tiempo querido trabajo donde todo lo que tenía que hacer era poner mi modesta presencia para que me pagaran eso sí, una madre de sueldo pero a fin de cuentas pos andábamos tranquilas. Pasando las fiestas navideñas (porque yo sí soy bien anti Grinch y a mí SÍ me gusta disfrutar las noches decembrinas) me puse a buscar trabajo. ¿Adivinen qué? A pesar de vivir en el Distrito Federal, lo encontré luego luego. Total, que ahora estoy dándole duro en una Notaría Pública y francamente me encuentro como al borde de la bipolaridad... No, esperen, bipolar ya soy. Quiero decir que la parte que más disfruto de mi trabajo es el día de paga, pero por desgracia este día sólo sucede dos veces al mes y en tanto, yo tengo que acostumbrarme a trabajar como obrera taiwanesa (enchingaenchingaenchinga) y a tener más pinche presión que una olla express con válvula descompuesta. La paga es buena, pero la prostitución es mucha. Me intentaré explicar, porque francamente ni yo me entiendo:
Claro que estoy agradecidísima con la posibilidad de un nuevo empleo, que ya quisieran un montón de personas, ¿no? Pero no me veo trabajando los próximos veinticinco años de mi vida haciendo testamentos, ratificaciones, constituciones de sociedad, cancelaciones de hipoteca y todo ese embrollo que son las leyes. Chingao, neta que pareciera que es un delito intentar dedicarse a lo que tenga que ver con el arte. O trabajas de lo que sea, o no tragas. Así que he decidido quedarme donde estoy nomás porque no me gusta la presión familiar pero mientras, decirme con todas mis fuerzas y con todas las ganas, que yo soy lo que decida ser y soy mucho pero mucho más que una capturista de información legal.
En fin, enamorada, destilando sueños, inhalando sin dificultad el olor de mi Pechocho que sigue y sigue, echándome porras, descubriéndome el mundo con ojos ya sin dolor y sí en cambio con muchas pero muchas ganas de empezar cada día para que nunca se nos apague la capacidad de sorprendernos.
Ahora pues, voy a tener que dormir. Porque mi vida es, momentáneamente, la de una mujer lúcida que se despierta a las seis para entrar a una oficina antes de las ocho. Pero juro sobre la tumba de mi depresión, que podré ser lúcida durante algún tiempo, pero normal... Eso jamás.
Así que a darle duro, golpe a golpe y verso a verso para seguir descarrilándome en cada luna que aparezca a todo lujo en las noches donde el Pechocho se convierte en oasis poblano.
Uy, creo que ya di muchas noticias. Pero ahora sí no me voy por mucho tiempo, palabra de bipolar!!!