jueves, 11 de diciembre de 2008

¡Fantasma!




Ya no te tengo miedo.
Ya puedo decir tu
nombre: Shrek,
Manfredo,
Ornitorrinco,
Nicko,
Corazón Coraza,
Nicolás, Clown, mi ogro favorito. El pedazo de vida que llegó y se marchó llevándose todo lo que servía, aún cuando a él no le sirviera para nada. ¿Qué dice usted, señor Nicolás Alfredo (te caga que te hable así), si le dijera, con MAYÚSCULAS DISONANTES, el odio que te tengo, la necesidad de verte llorar como te vi dos veces, como te quité el llanto con mi cuerpo, quitándome la ropa y haciéndote el amor para que pararan tus lágrimas, para que se detuviera tu dolor y al penetrarme lo dejaras en mí, pero que se fuera de una buena y puta vez de ti. ¿Cómo lo iba a conseguir, Nicolás Alfredo (jajaja) si el dolor no era sólo dolor, era un cáncer que te carcomía las entrañas, que te punzaba, que sólo desaparecía cuando le escupías al otro tus esporas envenenadas? ¿No te bastó con perder un hijo y no volverme a ver? ¿No quedaste satisfecho con irte y llamarme sólo cuando ya no era necesidad sino alarmante ansiedad el escuchar mi voz? ¿Por qué me sigues? ¿Para qué me sigues? ¿Para que cumpla la promesa -en tres años, Nicolás, en tres años- de decirte lo que, chingada madre, eres? ¿Crees que me emociona verte aparecer en mi Hi5, en SpaceLive, aquí, que seguramente sé que llegarás? ¿Realmente crees que disfruto con las lágrimas derramadas en cada intento fallido de olvidarte? No ya tu voz, Nicolás Alfredo (sólo un ja), no tus abrazos, tus caricias ni tus manos... Ni tus labios. Esos los olvidé juntó con un mameluco azul y un útero desgarrado. No olvidó que amé. Que quiero volver a amar. Que algún día, por alto que sea, volaré, y sin importarme los riesgos, amaré. Amaré hasta que me canse, hasta que me envicie, hasta que me desgarre, hasta que me muera.



Tú ya no existes. Hoy te despedí, fantasma ingrato. Hoy te digo adiós porque jamás había sido así tan clara. Porque hablé de todo lo que te amé, que no de todo lo que te odié (¿odio?).



NO. TODO EN PASADO. TÚ TE VAS EN ESTE INSTANTE. Te despido con un whisky y el último Marlboro de la noche.






¿GUSTAS?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Des-encuentros





Ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada...
Alejandra Pizarnik



¿Siempre igual, Azul? Te mueves liviana para que nadie note la insoportable carga de no encontrar. Buscas a destiempo, alivias dolores ajenos, resuelves problemas existenciales y no tienes una fecha exacta que te diga cuándo, en verdad, CUÁNDO carajos llegará y se instalará. Has sido etiquetada, anhelada, soñada, cantada y reposada. ¿Tienes la certeza de ser amada?


---------Lo QUE es MÁS... ¿TIENE la CERTEZA de AMAR?---------


-No, su Señoría. Amó pocas veces, pero las suficientes para saber que un día se fueron y desvalijaron su esperanza, Señoría, miembros del Jurado, ellas no tienen por qué estar aquí. Búsquenlos e interróguelos para que sepan, que sepan bien cuánto y hasta dónde fueron capaces...


---------¿De CORRER... de HUIR... de MORIRSE sin MORIR?---------


-Nunca corrieron, Señoría. Mire sus pasos. Cuéntelos. Siempre han sido lentos, sin armonía. ¿Huir dice usted, Señoría? ¿A dónde? si el recuerdo es de lo único que nunca se han podido esconder. ¿Morirse? Sí. Tal vez en su momento, por muchas noches, cuando el dolor era tan pero tan profundo que en vez de lastimar adormeció el alma y entonces se despertó en Azul. No en Verónica.


----¿QUIÉN es AZUL, QUIÉN es VERÓNICA, por QUÉ no LAS dejas LIBRES?----


-Azul nació para proteger a Verónica. Tan lastimada, la pobre. Ya no creía en ella. Le habían robado todo: la esperanza, las lágrimas, el hijo que llevaba en su vientre y del que nunca ha querido hablar, Señoría. Y es que ya no alcanzaban medicamentos, porque lo suyo no era un mal común. Era un mal que la desgarraba, por partes, sin morfina, que quemaba y que dejaba cicatrices. Entonces, Señoría, Azul la cuidó como quien cuida una flor a punto de morir, pero con la ilusión de que renaciera en tierra nueva. Y Verónica en agradecimiento, cuando pudo por fin saber dónde estaba, por qué estaba y lo peor, que aún estaba, intentó devolverle el favor a Azul. Le permitió ser ella. Ser fuerte. Ser Azul. Ser.


---------COMPRENDERÁ entonces QUE estamos PERDIENDO el TIEMPO---------


-Sí Señoría. Desde un principio lo dije. No puedo ser juez y parte en un asunto así. Se han encontrado y se han vuelto a despedir. Y es que el amor no se les da muy bien, ¿sabe usted? Como que Azul y Verónica tienen cierto chip -o genética, vaya usted a saber- para alejar todo lo bueno. Como dice Calamaro -¿lo conoce, Señoría?- "Puedo presumir de poco, porque todo lo que toco se rompe". Así les pasa. Son amorosas, y ya Sabines las maldijo: Están solas, solas, solas...


--COMPRENDERÁ usted QUE por LO menos MERECEN una LLAMADA de ATENCIÓN--


-Pero Señor, ¿qué más llamada de atención quiere? Si no hay un momento del día en que, trabajando, haciendo su programa de radio, viendo Dr. House -que les fascina, Señoría- o leyendo a Bukowski, de pronto cubren sus ojos abiertos y piensan cuándo será la hora, qué día será el indicado, para decir, una vez más, Te amo. Señoría, creo que habría que ingresar una contrademanda. El amor apesta, lo han dicho mis clientes. Y sospecho que tienen razón. Yo misma, hablando en tercera persona, siento la necesidad -la necedad, Señoría- de abrazarlas y prometerles lo que, sin embargo, no puedo: Solicitan amor. No del que caduca, ¡por el amor de Dios! Bueno, el amor de Dios se supone que no caduca. Sólo intentan encontrar un vestigio, una señal directa, exacta, INDISPENSABLE, para entender que sí, que tal vez... Y sólo tal vez...


---Estoy DE ACUERDO con USTED: Tal VEZ y SÓLO tal VEZ les SEA concedido---