martes, 19 de mayo de 2009

Para vos, un cielo latinoamericano, Benedetti...


CHINGAO, HOY ME DUELEN LAS LETRAS!!!


Don Mario, que buenos cielos lo cobijen, y que toda la eternidad le sea primavera. Esta vez, sin una esquina rota...

viernes, 15 de mayo de 2009

Ojalá que llueva café...


Buenos y lluviosos días, mis queri-dos lectores apapachadores que todo lo pueden y me hacen sentir querida y requeridota. Por eso uno amanece contentota. Ash!


Ehm... En realidad, por eso y porque ya el sol se está ocultando, los días grises comienzan a hacer su aparición y le precederán los fríos, las lluvias, y todas esas cosas que a esta Albanta pintada de turquesa-sergiana le encantan. ¿Cómo... Acaso alguno de ustedes tiene algo contra este clima? Sí, bueno, los deslaves, claro, también el tráfico asqueroso, y qué decir de las inundaciones, la flojera, llegamos tarde a todos lados, nos alaciamos el MALDITO Y ASQUEROSO PELO Y SI NOS MOJAMOS YA SE CHINGÓ EL ASUNTO, SE NOS ESPONJA EMULANDO A LA PANTERA ROSA SALIENDO DE LA SECADORA... Ok, miren, les voy a dar aquí una lista de razones por las que, a mí, me parece que esta es una de las temporadas más súper duper ulta sensacionalísimas que puede haber:


-Uno se trepa al STC (ah qué mamerta, bueno, al micro), se enchufa sus audífonos (preferentemente en los oídos, pero ya depende del gusto de cada quien :P) y vamos viendo cómo la selva asfáltica se mueve desde el otro lado de nuestra ventana. Dicho de otra forma; qué bonito es ver llover y no mojarse, chingao.


-Amanecemos con esa pinche anti-sensualidad que nos entrega las seis cuarenta y cinco de la mañana. Nos apretujamos junto al dueño/a de nuestras quincenas. Su calorcito nos conforta. Afortunadamente para nosotros, el dueño/a de nuestras quincenas está más dormido que nosotros, por lo que no alcanza a ver el monstruo que tiene al lado, así que podemos dejarnos apapachar bien agustín. Cerramos los ojos. ¡Puta madre, yo no sabía que eso era estar en el cielo! Dispensen ustedes, pero a lo más que había llegado era dormir con mi gata y un perro de peluche.


-Tomamos café, fumamos tranquilamente (bueno, es mi caso, si ustedes son muy pinche sanos no saben lo que se pierden) mientras pongo a todo lo que da una buena rola (ahora suena Me gusta estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa, me gusta abrir los ojos y estar vivo, tener que vérmelas con la resaca... Ohhhhhhhh por Dios, Fito Páez es la pura sabrosura). Así es como se debe trabajar un viernes: haciéndose pendejos :D


-Francamente ¿a quién no le gustaría volver a brincotear encima de los charcos y mojar a cuanto incauto se atravesara en el camino? ¿No sería una belleza que quien pasara estuviera vestido de blanco?


-Ok, les cambio el café y el tabaco por un chocolatito caliente y churros (de los que se comen, no de los que se fuman, chingao) ¿les late más la idea?


-Hay veces, cuando nos sentimos desubicados, felices o tristes, y prestamos un segundo de atención, de pronto el golpeteo de la lluvia en nuestra ventana, nos hace saber que por fuerte que sea la tormenta, nunca estaremos solos.


Pues contrariando mis ganas de seguir chacoteando con ustedes, dispóngome a trabajar. Porque sí, hoy planeaba reportarme enferma y disfrutar de la lluvia y del día nublado acostadita y comiendo arrocito con leche (si sigo así me voy a poner como ballenita), hasta que una voz sospechosa y nada desinteresada retumbó en mi conciencia y me hizo saber que tenía un motivo de peso, de varios pesos, para presentarme en la oficina: es quincena. Pusyaqué.


jueves, 14 de mayo de 2009

Buenos días, señorita giraluna!!!


Despierto azulada y a-su-lado. Seis cuarenta. Otro ratito por favor. Seis cuarenta y cinco. Un rato más, me baño en la noche. Siete de la mañana. Me lleva la chingada, cuáles siete de la mañana, son siete y diez, ni porque tengo dos despertadores... Ok, no hay tiempo de alaciarse el pelo, así que un chongo zamorano, paso a hojalatería y pintura, afinación y balanceo, enciendo agüita pa' café, y en menos de lo que canta un gallo afónico y tartamudo, ya está lista la bandeja con una rebanada de pastel de elote (yomi yomi) que llevo como mucama de casa VIP hasta la cama del dueño de mis escuálidas pero bienganadas quincenas que reposa en estado onírico, cual angelito, róncale que róncale, como si apenas fueran las dos de la mañana. Chingao, nomás por verlo dormir como si no le debiéramos a Electra ni a Telmex, vale la pena vivir.



Ok, desayunamos, nos vestimos, nos movemos, nos vamos. Un beso, dos besos, tres besos y nos despedimos con la bendición que hace de cada día más que una razón, un motivo. Y para quien diga que es lo mismo, mis dos lectores queridos y jamás abandonados, se equivocan. Una razón parte de la mente y llega a su interlocutor. Un motivo parte desde el alma y se funde con el universo. Bueno, pues agarro vuelo y emprendo mi camino hacia la Diana Cazadora, enciendo mi música, y Sabina me dispara a todo lo que puede (y vaya que puede) junto con la mano de Serrat. Yo me dejo apapachar mientras sorteamos carros, contaminación, comerciantes, el solazo que amenaza con hacer más pinche fuerte mi dolor de cabeza que me tiene amachincuepada desde ayer, y de repente, como no queriendo, miro el reloj. Ocho cincuenta y cinco. Putamadre. Me la van a armar de emoción. No llego, me cae que no llego. Sí, cómo chingados no, responde mi lado positivo (ya tengo un lado positivo, no van ustedes a creerlo), hasta para pasar por cigarros nos va a dar tiempo. Cámara, tú sacas los polvos flu y yo me los echo y digo ¡Lerma 300-1! les respondo encabronada (Para los que no han visto ni leído Harry Potter, investiguen qué son los polvos flu ¿quieren?). Pues sin polvos, ni los de mi casa que se cae de puerca, ni los que usa Maradona para matar con la nariz un perico, pero tómala, que llego a la tienda a las nueve con siete minutos. Puf puf. Sí paso por mis Marlboro, primero fumare, después laborare. En suma: me vale madres.



Pienso en la música mientras camino los pasos que me separan de la puerta a mi escritorio. Pienso en cuántas ganas tengo del primer café del día mientras dan las doce y es el turno de tomar mi descanso y preparármelo, echarme un cigarrín y disfrutar lo que se tenga que disfrutar, que para qué hacerle al cuento, es todo lo que tengo. Pienso en Toño, mi amigo que ya no está desde hace casi dos años y en su voz que aún hace eco en estas paredes que lo cuidaron tanto durante más de veinte años. Pienso en una pecera que tiene que ser comprada antes del sábado para alguien que merece el mejor regalo del mundo. Pienso en quien será el dueño de la pecera. Pienso entonces en quien duerme conmigo y me llama cada día para decirme de la manera que se le ocurra que está, que asombrosamente, inexplicablemente, pero no inesperadamente, porque lo esperé durante años, y quizá durante muchas, muchas vidas, llegó para decirme que sí, que era él.



Es decir, pienso en Sergio (Cortázar dice mientras juega la Rayuela: Ándabamos sin buscarnos sabiendo que andábamos para encontrarnos)



Y lo invoco, porque entonces recibo un mensaje de él. Yo ando en chinga escribiendo correos y buscando un recibo de agua que me pidieron. Estoy bajo arraigo domiciliario esperando una notificación de una señora que tiene tres nombres. Chale. Harto trabajo, pero también me he impuesto el firme pero sustancioso propósito de escribir aunque no tenga nada que escribir, por aquello de que uno luego deja de hacerlo y ya cuando quiere no tiene ni idea de por dónde chingados comenzar. En realidad no he parado. Sí he seguido escribiendo, pero por razones que incluso para mí resultan desconocidas, empecé a hacerlo a mano, igual por nostalgia, por comodidad o porque francamente se me dio mi rechingada gana.



¿Que si los extrañé, oh adora-dos lectores? Pero porrrrrrsupollo que sí. Ánimas y aún sigan por aquí, que si ya se me fueron al blog de la Fernanda Tapia, sabrá Dios qué voy a hacer sin ustedes. Ustedes tranquilos, aquí no hay PANdemias, lo único porcino y aviar que puede haber, son unos huevos con jamón. Ya hablaremos de eso en próxima ocasión, denme chance que acabo de llegar y apenas me voy acomodando...

miércoles, 13 de mayo de 2009

Te escribo, Sergio




Te escribo, Sergio
desde la soledad
del mediodía asoleado y desnudo
mientras azota el viento
y estoy, gatunamente,
enrollada en la cama
donde anoche te quise y me quisiste
entre tiempos, sonrisas y misterios.


Va quedando lejano
el mundo que existía antes de conocerte
y va naciendo un nido de palabras y besos,
un nido tembloroso de miedo y esperanza
donde a veces me siento retozando entre trinos,
y otras veces me asusto,
abro los ojos y me quedo quieta,
pensando en este panal de miel
que estamos explorando,
como un hermoso, hipnotizante laberinto,
donde no hay piedritas blancas,
ni mágicos hilos
que nos enseñen el camino de regreso.
El poema es de Gioconda Belli, la imagen es de www.mientrasteesperaba.blogspot.com y mi corazón... ese sabes que es tuyo.