No fumar mientras duermo,
no dejar de fumar mientras estoy despierto,
y no fumar más de un solo tabaco a la vez.
La antítesis del romanticismo, la cursilería vomitada en su máximo esplendor. A la zurda más que diestra. El manatí chelero que nadie esperaba y quizá por eso sea que llegó.
1987 y esta maravillosa canción que desde siempre me ha encantado... Con ustedes, Aire.
Pocas veces disfruto de las paletas. Raro, porque me encanta saborearlas, pero de repente me entra una desesperación marca yomiyomiyomi y entonces las muerdo rápido, rápido, para llegar al centro y descubrir que el chicle es el engaño más ruin de la alimentación: se mastica y se mastica pero ni llena, ni protege de la caries como anuncian los comerciales, ni le cambia a uno el sabor de cebolla, café o cigarro.
Hoy me mandaron a pagar la tarjeta de mi jefe. Me cae que sólo de una gasta en un mes lo que yo gano en dos años. Pero bueno, no importa. Compré una paleta picosita con capas y capas y más capas de dulces de colores que disfruté en el pejebús. Escuchaba Aguas de marzo con Ellis Regina, tarareaba y masticaba, masticaba y tarareaba. La luna no se asomaba pero el frío es rico. Diciembre es un mes que siempre valdrá la pena para cerrar con broche de oro aún cuando el año haya sido escabroso. Qué más da, si se tiene aún la fe de enero.
Por qué traigo a colación los dulces, se preguntarán mis dos lectores consentidos de la vida y del amor, no lo sé. Es jueves de Júpiter, son las veintitrés horas con dieciséis minuticos y mi pechocho no aparece por ninguna parte. Bueno, para él es temprano, su ausencia empieza a hacerse más notoria cuando pasan de las doce de la noche y nada que inicia sesión o marca al celular. Yo estoy viendo un capítulo repetido de Grey's y no tengo ni puta idea de cómo quedaron los PUMAS en el fútbol. Aunque a mí no me encanta ver un partido, en realidad. Pero el orgullo es el orgullo y deseo con tutti mi corazón que mi equipo azul y oro ganen... A ver, vamos a checar el resultado... Veamos, veamos...
Pues marcador final, 0-0. Chale.
Bueno, equis con mi comentario. A ver cómo pinta el domingo.
Resulta que el pechocho ha venido a visitarme y ni un saludito mentador me ha puesto, ¿creerán? Es genial su voz. Tiene un tono así como los chocolates que venden en Sanborn's en forma de tortuga que tiene nueces enterísimas y están cubiertos, evidentemente, por chocolate pero semi amargo, así, riquísimo. Y luego sus ojitos, ¿no? Una cosa bonita, como gomita de azúcar con sabor anís. Ah, qué cosa tan chida.
Sí, no necesitan decirme: soy una cursi cuando me gusta alguien así. Así, quiero decir, como tenía mucho que no me sentía... ¿Cómo se llama cuando no se puede dejar de sonreír, cuando se disfrutan los sueños, los desvelos, las palabras, los silencios, el cielo y la tierra y toda criatura viva que antes no tenía el encanto de ahora? Ah sí: felicidad.
Y ya que andamos tragando camote... Ah no, de cursis... Pos este video de Los Rodríguez que es genial, maravilloso, soberbio, en pocas palabras, PECHOCHO!!!
ROCKDRIGO GONZÁLEZ, UN ETERNO POETA DEL NOPAL Y NARRADOR DE HISTORIAS URBANAS Gibrán Bazán |
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"Al apagarse las luces e iniciarse el concierto, Rockdrigo González no perdonaba su conocida perorata: “Rockanroles grasientos y rythm qand blues adobados y carnitas poéticas, quesadillas cósmicas y tostadas de conocimiento, por eso, pásele pásele, hay caldos de insensatez del Rockdrigo y los vatos del Qual, atolitos de rolas urbanas y campechanas que pretenden ser, lagañosas y malolientes, netas y condescendientes, piñateras y quemacoquientes, no hay más que aventarse clavados en la campechana cultural”. Macizo, ingenioso y gandallón conocedor de los misterios de la ciudad de México, muchos recuerdan hoy a Rockdrigo González con la guitarra siempre dispuesta, trepado en alguna azotea y ofreciendo un concierto amenizado con caguamas para los cuates. Este es un asalto chido/ ¡Saquen las carteras ya!/ ¡Bájense los pantalones!/ Pues los vamos a basculear.../¡Abran ya las cajas fuertes!/ Valores y bienes también!/ ¡Billetes al contado! ¡Cheques al portador!/ ¡Y tarjetas de Banamex! Los setenta habían terminado y los ochenta recibían aún sus letras con marcada mojigatería. Rockdrigo, aquel rebelde de greña larga, no respetaba ni a su abuelita, “es sumamente igualado con las autoridades y con todas las instituciones”, exclamaban a los cuatro vientos esas estrellitas de peluche amamantadas por la ola comercial y que rockanroleaban con lástima refritos puppy love al estilo de los Osmond o de la anoréxica Karen Carpenter.
Fue en el terremoto de septiembre de 1985, “el día que la tierra se abrió”, cuando Rodrigo González, acurrucado en los brazos de Morfeo, en su viejo departamento de la calle de Bruselas, abandonó, con sólo 35 años a cuestas, la capirucha a la que dedicó con pasión, rabia y humor su poética sorna callejera". Y una de las más grandes canciones del Profeta del Nopal... ahí les va, raza!!! |