La antítesis del romanticismo, la cursilería vomitada en su máximo esplendor. A la zurda más que diestra. El manatí chelero que nadie esperaba y quizá por eso sea que llegó.
Ya te quiero hasta sin comillas sin puntos suspensivos, sin acento, sin mayúsculas. Te quiero y no sé si quiero ocultarte entre paréntesis poner punto y seguido a cada encuentro dejarte entre guiones subrayar cada verso que me inspiras.
Ya te quiero hasta sin palabras sin comas, sin interrogantes sin conjunción ni sílabas te quiero, por supuesto, sin punto y aparte.
No deseaba mostrarte mi texto amoroso prefería escribir un poema en tu cuerpo con mis dedos sordos pero tú te fuiste hacia mi diptongo y me dejaste temblando apoyada en el folio.
Ya te quiero quizás ya te quise antes de que supiera que iba a quererte pero me atraparon los signos la geografía de tu nombre el código del lenguaje. Ahora ando a la deriva por la hoja en blanco pero echo el ancla en una esquina y en minúsculas y con un lápiz gastado dispongo fecha y despedida y firmo, firmo que te quiero ante notario.
Verán, la verdad es que todavía no sé si se acentúa o no, pero supongo que puedo poner las dos opciones ¿cierto? Así es que, mis dos lectores benditos, les pongo este poema que hacía muchísimo le traía ganas. Puede tener infinidad de significados: Es lo que busca la poesía.
Cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.
C. P. Cavafis.Antología poética. Alianza Editorial, Madrid 1999.
La casa está limpia. Tampoco digamos que impecable, pero presentable ya es un decir. Tengo un perro que amo con pasión tlaxcalteca y una gata que, si bien se aparece cada que tiene hambre y cuando le parece una obligación avisar que aún existe. Tengo peces de mi marido, que aunque suyos, también los considero parte de mi cotidianidad y de vez en cuando me entretengo dándoles de comer y muy especialmente, cuando voy a comprarlos junto con Sergio al mercado de Morelos: entre plecus, peces gato, discos, japoneses, flowers, óscares y de premio un taco (bueno, dos tacos) de mixiotes de carnero con harta salsa, limones y nopalitos. Tengo una hija que de vez en cuando se queda a mi lado y empieza su inmaculada pre adolescencia… Sin comentarios. Tengo unos padres que adoro y una computadora que duró dos meses en silencio por falta de internet. Una televisión sin cable y acabo de ver la película Sex & the City 2. Un celular casi pagado en su totalidad, aunque no hay crédito, y un adeudo de CFE por $2,195.00 La gran ventaja, señoras y señores, es que tengo luz.
Y como diría el poeta: Afuera hace tiempo. Y frío.
Hay cosas que no tengo. Algunas son importantes, como el trabajo, las ganas de escribir, libros nuevos y de vez en cuando sé que me haría muy bien un poco de autoestima. No tengo ropa, porque mis treinta y tantos años, mis hormonas y mi boca se han dado a la tarea de hacerme engordar como anoréxica en recuperación (demasiada recuperación diría yo) y nada, que apenas me queda un pantalón, tres blusas, dos vestidos… Bueno, en realidad sólo uno porque el otro se rompió inevitablemente. Ah, lo olvidaba: no tengo gas, lo cual no es un problema porque puedo subirme a bañar y aunque es incómodo, por lo menos el agua calientita reconforta. Ya lo dijo aquél sabio: La dicha es mucha en la ducha.
De momento, tengo cigarros, tal vez por eso puedo suspirar sin sentirme nerviosa. Son las 3:26 A.M. el hombre con el que duermo noche a noche y verso a verso está viendo una serie, pero no pienso ir a dormir sin él. Porque eso sí, no me importa carecer de nada si al término del día tengo una cama y un hombre que me abraza al principio, se da la vuelta cuando concilia el sueño y vuelve a buscar mi cuerpo cuando está a punto de despertar. Incluso, ni siquiera me importaría prescindir de la cama.
Mi silencio fue impuesto y no opcional, así que regreso pero quiero primero hacer honor a quien honor merece y despedirme como es debido y sobre todo, sentido. Chao, Saramago.
De cómo los personajes se convirtieron en maestros y el autor en su aprendiz[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1998 ]
José Saramago
El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de nuestra aldea de Azinhaga, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a la cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera. Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, introducía en el relato: "¿Y después?" Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo. Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa. Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza". Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir". No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver. Muchos años después, escribiendo por primera vez sobre éste mi abuelo Jerónimo y ésta mi abuela Josefa (me ha faltado decir que ella había sido, según cuantos la conocieron de joven, de una belleza inusual), tuve conciencia de que estaba transformando las personas comunes que habían sido en personajes literarios y que ésa era, probablemente, la manera de no olvidarlos, dibujando y volviendo a dibujar sus rostros con el lápiz siempre cambiante del recuerdo, coloreando e iluminando la monotonía de un cotidiano opaco y sin horizontes, como quien va recreando sobre el inestable mapa de la memoria, la irrealidad sobrenatural del país en que decidió pasar a vivir. La misma actitud de espíritu que, después de haber evocado la fascinante y enigmática figura de un cierto bisabuelo berebere, me llevaría a describir más o menos en estos términos un viejo retrato (hoy ya con casi ochenta años) donde mis padres aparecen. "Están los dos de pie, bellos y jóvenes, de frente ante el fotógrafo, mostrando en el rostro una expresión de solemne gravedad que es tal vez temor delante de la cámara, en el instante en que el objetivo va a fijar de uno y del otro la imagen que nunca más volverán a tener, porque el día siguiente será implacablemente otro día. Mi madre apoya el codo derecho en una alta columna y sostiene en la mano izquierda, caída a lo largo del cuerpo, una flor. Mi padre pasa el brazo por la espalda de mi madre y su mano callosa aparece sobre el hombro de ella como un ala. Ambos pisan tímidos una alfombra floreada. La tela que sirve de fondo postizo al retrato muestra unas difusas e incongruentes arquitecturas neoclásicas". Y terminaba: "Tendría que llegar el día en que contaría estas cosas. Nada de esto tiene importancia a no ser para mí. Un abuelo berebere, llegando del norte de África, otro abuelo pastor de cerdos, una abuela maravillosamente bella, unos padres graves y hermosos, una flor en un retrato ¿qué otra genealogía puede importarme? ¿en qué mejor árbol me apoyaría?" Escribí estas palabras hace casi treinta años sin otra intención que no fuese reconstituir y registrar instantes de la vida de las personas que me engendraron y que estuvieron más cerca de mí, pensando que no necesitaría explicar nada más para que se supiese de dónde vengo y de qué materiales se hizo la persona que comencé siendo y ésta en que poco a poco me he convertido. Ahora descubro que estaba equivocado, la biología no determina todo y en cuanto a la genética, muy misteriosos habrán sido sus caminos para haber dado una vuelta tan larga. A mi árbol genealógico (perdóneseme la presunción de designarlo así, siendo tan menguada la sustancia de su savia) no le faltaban sólo algunas de aquellas ramas que el tiempo y los sucesivos encuentros de la vida van desgajando del tronco central. También le faltaba quien ayudase a sus raíces a penetrar hasta las capas subterráneas más profundas, quien apurase la consistencia y el sabor de sus frutos, quien ampliase y robusteciese su copa para hacer de ella abrigo de aves migratorias y amparo de nidos. Al pintar a mis padres y a mis abuelos con tintas de literatura, transformándolos de las simples personas de carne y hueso que habían sido, en personajes nuevamente y de otro modo constructores de mi vida, estaba, sin darme cuenta, trazando el camino por donde los personajes que habría de inventar, los otros, los efectivamente literarios, fabricarían y traerían los materiales y las herramientas que, finalmente, en lo bueno y en lo menos bueno, en lo bastante y en lo insuficiente, en lo ganado y en lo perdido, en aquello que es defecto pero también en aquello que es exceso, acabarían haciendo de mí la persona en que hoy me reconozco: creador de esos personajes y al mismo tiempo criatura de ellos. En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que hoy soy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser. Ahora soy capaz de ver con claridad quiénes fueron mis maestros de vida, los que más intensamente me enseñaron el duro oficio de vivir, esas decenas de personajes de novela y de teatro que en este momento veo desfilar ante mis ojos, esos hombres y esas mujeres, hechos de papel y de tinta, esa gente que yo creía que iba guiando de acuerdo con mis conveniencias de narrador y obedeciendo a mi voluntad de autor, como títeres articulados cuyas acciones no pudiesen tener más efecto en mí que el peso soportado y la tensión de los hilos con que los movía. De esos maestros el primero fue, sin duda, un mediocre pintor de retratos que designé simplemente por la letra H., protagonista de una historia a la que creo razonable llamar de doble iniciación (la de él, pero también, de algún modo, la del autor del libro, protagonista de una historia titulada "Manual de pintura y caligrafía", que me enseñó la honradez elemental de reconocer y acatar, sin resentimientos ni frustraciones, sus propios límites: sin poder ni ambicionar aventurarme más allá de mi pequeño terreno de cultivo, me quedaba la posibilidad de cavar hacia el fondo, hacia abajo, hacia las raíces. Las mías, pero también las del mundo, si podía permitirme una ambición tan desmedida. No me compete a mí, claro está, evaluar el mérito del resultado de los esfuerzos realizados, pero creo que es hoy patente que todo mi trabajo, de ahí para adelante, obedeció a ese propósito y a ese principio. Vinieron después los hombres y las mujeres del Alentejo, aquella misma hermandad de condenados de la tierra a que pertenecieron mi abuelo Jerónimo y mi abuela Josefa, campesinos rudos obligados a alquilar la fuerza de los brazos a cambio de un salario y de condiciones de trabajo que sólo merecerían el nombre de infames. Cobrando por menos que nada una vida a la que los seres cultos y civilizados que nos preciamos de ser llamamos, según las ocasiones, preciosa, sagrada y sublime. Gente popular que conocí, engañada por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente, cuántas y cuántas veces, víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa.
Tres generaciones de una familia de campesinos, los Mal-Tiempo, desde el comienzo del siglo hasta la Revolución de Abril de 1974 que derrumbó la dictadura, pasan por esa novela a la que di el título de Alzado del suelo y fue con tales hombres y mujeres del suelo levantados, personas reales primero, figuras de ficción después, con las que aprendí a ser paciente, a confiar y a entregarme al tiempo, a ese tiempo que simultáneamente nos va construyendo y destruyendo para de nuevo construirnos y otra vez destruirnos. No tengo la seguridad de haber asimilado de manera satisfactoria aquello que la dureza de las experiencias tornó virtud en esas mujeres y en esos hombres: una actitud naturalmente estoica ante la vida. Teniendo en cuenta, sin embargo, que la lección recibida, pasados más de veinte años, permanece intacta en mi memoria, que todos los días la siento presente en mi espíritu como una insistente convocatoria, no he perdido, hasta ahora, la esperanza de llegar a ser un poco más merecedor de la grandeza de los ejemplos de dignidad que me fueron propuestos en la inmensidad de las planicies del Alentejo. El tiempo lo dirá. ¿Qué otras lecciones podría yo recibir de un portugués que vivió en el siglo XVI, que compuso las "Rimas" y las glorias, los naufragios y los desencantos patrios de Os Lusíadas, que fue un genio poético absoluto, el mayor de nuestra literatura, por mucho que eso pese a Fernando Pessoa, que a sí mismo se proclamó como el Súper-Camoens de ella? Ninguna lección a mi alcance, ninguna lección que yo fuese capaz de aprender salvo la más simple que me podría ser ofrecida por el hombre Luis Vaz de Camoens en su más profunda humanidad, por ejemplo, la humildad orgullosa de un autor que va llamando a todas las puertas en busca de quien esté dispuesto a publicar el libro que escribió, sufriendo por eso el desprecio de los ignorantes de sangre y de casta, la indiferencia desdeñosa de un rey y de su compañía de poderosos, el escarnio con que desde siempre el mundo ha recibido la visita de los poetas, de los visionarios y de los locos. Al menos una vez en la vida, todos los autores tuvieron o tendrán que ser Luis de Camoens, aunque no escriban las redondillas de Sôbolos rios. Entre hidalgos de la corte y censores del Santo Oficio, entre los amores de antaño y las desilusiones de la vejez prematura, entre el dolor de escribir y la alegría de haber escrito, fue a este hombre enfermo que regresa pobre de la India, adonde muchos sólo iban para enriquecerse, fue a este soldado ciego de un ojo y golpeado en el alma, fue a este seductor sin fortuna que no volverá nunca más a perturbar los sentidos de las damas de palacio, a quien yo puse a vivir en el teatro en el escenario de la pieza de teatro llamada Que farei con este livro? (¿Qué haré con este libro?), en cuyo final resuena otra pregunta, aquélla que importa verdaderamente, aquélla que nunca sabremos si alguna vez llegará a tener respuesta suficiente: "¿Qué harás con este libro?". Humildad orgullosa fue ésa de llevar debajo del brazo una obra maestra y verse injustamente rechazado por el mundo. Humildad orgullosa también, y obstinada, esta de querer saber para qué servirán mañana los libros que vamos escribiendo hoy, y luego dudar que consigan perdurar largamente (¿hasta cuándo?) las razones tranquilizadoras que quizá nos estén siendo dadas o que estamos dándonos a nosotros mismos.
Nadie se engaña mejor que cuando consiente que lo engañen otros. Se aproxima ahora un hombre que dejó la mano izquierda en la guerra y una mujer que vino al mundo con el misterioso poder de ver lo que hay detrás de la piel de las personas. Él se llama Baltasar Mateus y tiene el apodo de Siete-Soles, a ella la conocen por Bilmunda, y también por el apodo de Siete-Lunas que le fue añadido después porque está escrito que donde haya un sol habrá una luna y que sólo la presencia conjunta de uno y otro tornará habitable, por el amor, la tierra. Se aproxima también un padre jesuita llamado Bartolmeu que inventó una máquina capaz de subir al cielo y volar sin otro combustible que no sea la voluntad humana, ésa que según se viene diciendo, todo lo puede, aunque no pudo, o no supo, o no quiso, hasta hoy, ser el sol y la luna de la simple bondad o del todavía más simple respeto. Son tres locos portugueses del siglo XVIII en un tiempo y en un país donde florecieron las supersticiones y las hogueras de la Inquisición, donde la vanidad y la megalomanía de un rey hicieron levantar un convento, un palacio y una basílica que asombrarían al mundo exterior, en el caso poco probable de que ese mundo tuviera ojos bastantes para ver a Portugal, tal como sabemos que los tenía Bilmunda para ver lo que escondido estaba. Y también se aproxima una multitud de millares y millares de hombres con las manos sucias y callosas, con el cuerpo exhausto de haber levantado, durante años sin fin, piedra a piedra, los muros implacables del convento, las alas enormes del palacio, las columnas y las pilastras, los aéreos campanarios, la cúpula de la basílica suspendida sobre el vacío. Los sonidos que estamos oyendo son del clavicornio del Doménico Scarlatti, que no sabe si debe reír o llorar. Esta es la historia del Memorial del convento, un libro en que el aprendiz de autor, gracias a lo que le venía siendo enseñado desde el antiguo tiempo de sus abuelos Jerónimo y Josefa, consiguió escribir palabras como éstas, donde no está ausente alguna poesía: "Además de la conversación de las mujeres son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita.
Pero son también los sueños los que le hacen una corona de lunas, por eso el cielo es el resplandor que hay dentro de la cabeza de los hombres si no es la cabeza de los hombres el propio y único cielo". Que así sea. De las lecciones de poesía, sabía ya alguna cosa el adolescente, aprendidas en sus libros de texto cuando, en una escuela de enseñanza profesional de Lisboa, andaba preparándose para el oficio que ejerció en el comienzo de su vida de trabajo: el de mecánico cerrajero. Tuvo también buenos maestros del arte poético en las largas horas nocturnas que pasó en bibliotecas públicas, leyendo al azar de encuentros y de catálogos, sin orientación, sin alguien que le aconsejase, con el mismo asombro creador del navegante que va inventando cada lugar que descubre. Pero fue en la biblioteca de la escuela industrial donde El año de la muerte de Ricardo Reis comenzó a ser escrito. Allí encontró un día el joven aprendiz de cerrajero (tendría entonces 17 años) una revista -Atena era el título- en que había poemas firmados con aquel nombre y, naturalmente, siendo tan mal conocedor de la cartografía literaria de su país, pensó que existía en Portugal un poeta que se llamaba así: Ricardo Reis. No tardó mucho tiempo en saber que el poeta propiamente dicho había sido un tal Fernando Nogueira Pessoa que firmaba poemas con nombres de poetas inexistentes nacidos en su cabeza y a quien llamaba heterónimos, palabra que no constaba en los diccionarios de la época, por eso costó tanto trabajo al aprendiz de las letras saber lo que ella significaba. Aprendió de memoria muchos poemas de Ricardo Reis ("Para ser grande sê inteiro/Põe quanto és no mínimo que fazes"), pero no podía resignarse, a pesar de tan joven e ignorante, a que un espíritu superior hubiese podido concebir, sin remordimiento, este verso cruel: "Sábio é o que se contenta com o espectáculo do mundo". Mucho, mucho tiempo después, el aprendiz de escritor ya con el pelo blanco y un poco más sabio de sus propias sabidurías se atrevió a escribir una novela para mostrar al poeta de las "Odas" algo de lo que era el espectáculo del mundo en ese año de 1936 en que lo puso a vivir sus últimos días: la ocupación de la Renania por el Ejército nazi, la guerra de Franco contra la República española, la creación por Salazar de las milicias fascistas portuguesas. Fue como si estuviese diciéndole: "He ahí el espectáculo del mundo, mi poeta de las amarguras serenas y del escepticismo elegante. Disfruta, goza, contempla, ya que estar sentado es tu sabiduría". El año de la muerte de Ricardo Reis terminaba con unas palabras melancólicas: "Aquí donde el mar acabó y la tierra espera". Por tanto no habría más descubrimientos para Portugal, sólo como destino una espera infinita de futuros ni siquiera imaginables: el fado de costumbre, la saudade de siempre y poco más. Entonces el aprendiz imaginó que tal vez hubiese una manera de volver a lanzar los barcos al agua, por ejemplo mover la propia tierra y ponerla a navegar mar adentro. Fruto inmediato del resentimiento colectivo portugués por los desdenes históricos de Europa (sería más exacto decir fruto de mi resentimiento personal), la novela que entonces escribí -La balsa de piedra- separó del continente europeo a toda la Península Ibérica, transformándola en una gran isla fluctuante, moviéndose sin remos ni velas, ni hélices, en dirección al Sur del mundo, "masa de piedra y tierra cubierta de ciudades, aldeas, ríos, bosques, fábricas, bosques bravíos, campos cultivados, con su gente y sus animales", camino de una utopía nueva: el encuentro cultural de los pueblos peninsulares con los pueblos del otro lado del Atlántico, desafiando así, a tanto se atrevió mi estrategia, el dominio sofocante que los Estados Unidos de la América del Norte vienen ejerciendo en aquellos parajes.
Una visión dos veces utópica entendería esta ficción política como una metáfora mucho más generosa y humana: que Europa, toda ella, deberá trasladarse hacia el Sur a fin de, en descuento de sus abusos coloniales antiguos y modernos, ayudar a equilibrar el mundo. Es decir Europa finalmente como ética. Los personajes de La balsa de piedra -dos mujeres, tres hombres y un perro- viajan incansablemente a través de la Península mientras ella va surcando el océano. El mundo está cambiando y ellos saben que deben buscar en sí mismos las personas nuevas en que se convertirán (sin olvidar al perro que no es un perro como los otros). Eso les basta. Se acordó entonces el aprendiz que en tiempos de su vida había hecho algunas revisiones de pruebas de libros y que si en La balsa de piedra hizo, por decirlo así, revisión del futuro, no estaría mal que revisara ahora el pasado inventando una novela que se llamaría História do Cerco de Lisboa, en la que un revisor trabajando un libro del mismo título, aunque de historia, y cansado de ver cómo la citada historia cada vez es menos capaz de sorprender, decidió poner en lugar de un "sí" un "no", subvirtiendo la autoridad de las "verdades históricas". Raimundo Silva, así se llamaba el revisor, es un hombre simple, vulgar, que sólo se distingue de la mayoría por creer que todas las cosas tienen su lado visible y su lado invisible y que no sabremos nada de ellas, mientras no les hayamos dado la vuelta completa. De eso precisamente trata una conversación que tiene con el historiador. Así: "Le recuerdo que los revisores ya vieron mucho de literatura y vida. Mi libro, se lo recuerdo, es de historia. No es propósito mío apuntar otras contradicciones, profesor, en mi opinión todo cuanto no sea vida es literatura. La historia también. La historia sobre todo, sin querer ofender. Y la pintura, y la música.
La música va resistiéndose desde que nació, unas veces va y otras viene, quiere librarse de la palabra, supongo que por envidia, pero regresa siempre a la obediencia. Y la pintura, mire, la pintura no es más que literatura hecha con pinceles. Espero que no se haya olvidado de que la humanidad comenzó pintando mucho antes de saber escribir. Conoce el refrán, si no tienes perro caza con el gato, o dicho de otra manera, quien no puede escribir, pinta, o dibuja, es lo que hacen los niños. Lo que usted quiere decir, con otras palabras, es que la literatura ya existía antes de haber nacido, sí señor, como el hombre, con otras palabras, antes de serlo ya lo era. Me parece que usted equivocó la vocación, debería ser historiador. Me falta preparación, profesor, qué puede un simple hombre hacer sin preparación, mucha suerte he tenido viniendo al mundo con la genética organizada, pero, por decirlo así, en estado bruto, y después sin más pulimento que las primeras letras que se quedaron como únicas. Podía presentarse como autodidacta producto de su digno esfuerzo, no es ninguna vergüenza, antiguamente la sociedad estaba orgullosa de sus autodidactas. Eso se acabó, vino el desarrollo y se acabó, los autodidactas son vistos con malos ojos, sólo los que escriben versos o historias para distraer están autorizados a ser autodidactas, pero yo para la creación literaria no tengo habilidad. Entonces métase a filósofo. Usted es un humorista, cultiva la ironía, me pregunto cómo se dedicó a la historia, siendo ella tan grave y profunda ciencia. Soy irónico sólo en la vida real. Ya me parecía a mí que la historia no es la vida real, literatura sí, y nada más. Pero la historia fue vida real en el tiempo en que todavía no se le podía llamar historia. Entonces usted cree, profesor, que la historia es la vida real. Lo creo, sí. Que la historia fue vida real, quiero decir. No tengo la menor duda. Qué sería de nosotros si el deleatur que todo lo borra no existiese, suspiró el revisor". Escusado será añadir que el aprendiz aprendió con Raimundo Silva la lección de la duda. Ya era hora. Fue probablemente este aprendizaje de la duda el que le llevó, dos años más tarde, a escribir El Evangelio según Jesucristo. Es cierto, y él lo ha dicho, que las palabras del título le surgieron por efecto de una ilusión óptica, pero es legítimo que nos interroguemos si no habría sido el sereno ejemplo del revisor el que, en ese tiempo, le anduvo preparando el terreno de donde habría de brotar la nueva novela. Esta vez no se trataba de mirar por detrás de las páginas del Nuevo Testamento a la búsqueda de contradicciones, sino de iluminar con una luz rasante la superficie de esas páginas, como se hace con una pintura para resaltarle los relieves, las señales de paso, la oscuridad de las depresiones.
Fue así como el aprendiz, ahora rodeado de personajes evangélicos, leyó, como si fuese la primera vez, la descripción de la matanza de los Inocentes y, habiendo leído, no comprendió. No comprendió que pudiese haber mártires de una religión que aún tendría que esperar treinta años para que su fundador pronunciase la primera palabra de ella, no comprendió que no hubiese salvado la vida de los niños de Belén precisamente la única persona que lo podría haber hecho, no comprendió la ausencia, en José, de un sentimiento mínimo de responsabilidad, de remordimiento, de culpa o siquiera de curiosidad, después de volver de Egipto con su familia. Ni se podrá argumentar en defensa de la causa que fue necesario que los niños de Belén murieran para que pudiese salvarse la vida de Jesús: El simple sentido común, que a todas las cosas, tanto a las humanas como a las divinas, debería presidir, está ahí para recordarnos que Dios no enviaría a su hijo a la Tierra con el encargo de redimir los pecados de la humanidad, para que muriera a los dos años de edad degollado por un soldado de Herodes. En ese Evangelio escrito por el aprendiz con el respeto que merecen los grandes dramas, José será consciente de su culpa, aceptará el remordimiento en castigo de la falta que cometió y se dejará conducir a la muerte casi sin resistencia, como si eso le faltase todavía para liquidar sus cuenta con el mundo. El Evangelio del aprendiz no es, por tanto, una leyenda edificante más de bienaventurados y de dioses, sino la historia de unos cuantos seres humanos sujetos a un poder contra el cual luchan, pero al que no pueden vencer. Jesús, que heredará las sandalias con las que su padre había pisado el polvo de los caminos de la tierra, también heredará de él el sentimiento trágico de la responsabilidad y de ella la culpa que nunca lo abandonará, incluso cuando levante la voz desde lo alto de la cruz: "Hombres, perdónenlo, porque él no sabe lo que hizo", refiriéndose al Dios que lo llevó hasta allí, aunque quien sabe si recordando todavía, en esa última agonía, a su padre auténtico, aquel que en la carne y en la sangre, humanamente, lo engendró. Como se ve, el aprendiz ya había hecho un largo viaje cuando en el herético evangelio escribió las últimas palabras del diálogo en el templo entre Jesús y el escriba: "La culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre, dijo el escriba, Ese lobo de que hablas ya se ha comido a mi padre, dijo Jesús, Entonces sólo falta que te devore a ti, Y tú, en tu vida, fuiste comido, o devorado, No sólo comido y devorado, también vomitado, respondió el escriba". Si el emperador Carlomagno no hubiese establecido en el norte de Alemania un monasterio, si ese monasterio no hubiese dado origen a la ciudad de Münster, si Münster no hubiese querido celebrar los 1200 años de su fundación con una ópera sobre la pavorosa guerra que enfrentó en el siglo XVI a protestantes anabaptistas y católicos, el aprendiz no habría escrito la pieza de teatro que tituló In Nomine Dei. Una vez más, sin otro auxilio que la pequeña luz de su razón, el aprendiz tuvo que penetrar en el oscuro laberinto de las creencias religiosas, ésas que con tanta facilidad llevan a los seres humanos a matar y a dejarse matar. Y lo que vio fue nuevamente la máscara horrenda de la intolerancia, una intolerancia que en Münster alcanzó el paroxismo demencial, una intolerancia que insultaba la propia causa que ambas partes proclamaban defender. Porque no se trataba de una guerra en nombre de dos dioses enemigos sino de una guerra en nombre de un mismo dios. Ciegos por sus propias creencias, los anabaptistas y los católicos de Münster no fueron capaces de comprender la más clara de todas las evidencias: en el día del Juicio Final, cuando unos y otros se presenten a recibir el premio o el castigo que merecieron sus acciones en la tierra, Dios, si en sus decisiones se rige por algo parecido a la lógica humana, tendrá que recibir en el paraíso tanto a unos como a otros, por la simple razón de que unos y otros en Él creían. La terrible carnicería de Münster enseñó al aprendiz que al contrario de lo que prometieron las religiones nunca sirvieron para aproximar a los hombres y que la más absurda de todas las guerras es una guerra religiosa, teniendo en consideración que Dios no puede, aunque lo quisiese, declararse la guerra a sí mismo...Ciegos.
El aprendiz pensó "Estamos ciegos", y se sentó a escribir el Ensayo sobre la ceguera para recordar a quien lo leyera que usamos perversamente la razón cuando humillamos la vida, que la dignidad del ser humano es insultada todos los días por los poderosos de nuestro mundo, que la mentira universal ocupó el lugar de las verdades plurales, que el hombre dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto que debía a su semejante. Después el aprendiz, como si intentara exorcizar a los monstruos engendrados por la ceguera de la razón, se puso a escribir la más simple de todas las historias: Una persona que busca a otra persona sólo porque ha comprendido que la vida no tiene nada más importante que pedir a un ser humano. El libro se llama Todos los nombres. No escritos, todos nuestros nombres están allí. Los nombres de los vivos y los nombres de los muertos. Termino. La voz que leyó estas páginas quiso ser el eco de las voces conjuntas de mis personajes. No tengo, pensándolo bien, más voz que la voz que ellos tuvieron. Perdónenme si les pareció poco esto que para mí es todo.
Cabizmunda, meditabaja y seguro que hay sol mañana... ¿Bailamos?
Y sobre la autora de este blog con ton y son...
La Albanta es un ente nacido en esta época y este mundo sospechosamente por equivocación en las alineaciones planetarias. Sagitariana de corazón, chelera social y whiskera casi obligada por la necesidad de sentir que su garganta imita su sentido del amor: marea, desproporciona, emerge, sensibiliza... Y enmedio de la resaca subsecuente, promete no volver a tocarlo, pero es demasiado débil para cumplirlo. Sabiniana por religión, cree en que hay que creer, jura que existen las hadas, que el universo conspira para bendecir las almas y que no hay castigos sino enseñanzas. Depresiva por genética, intenta salir de los baches con ayuda de su muchas veces malentendido optimismo y sus extraordinarios amigos Rivotril y Topamax. Morbosa hasta la inmisericordia. Aficionada a las historias de asesinos seriales, lee como si de ello dependiera su supervivencia y aprendiz de mariposa. Amiga de quien se deje. Amante más que amada, decidida a seguir mucho después de que el cuento se acabó y reikista un tanto hipócrita. Probablemente adicta a las relaciones autodestructivas, internet, Marlboro rojos y sarcasmo sabrosón. No pretende cambiar al mundo: Tiene muy en claro que el mundo es quien la va modificando, sin perder su esencia: nauseabunda y torpe, pero con vestigios de bondad y la esperanza a tope de que el único camino para encontrar es nunca dejar de andar. Turquesa desde el fondo de sus entrañas, visceral hasta el asqueo, con fobia al rechazo y pocas veces dice lo que siente, pero siempre habla como piensa. Izquierdista si es que hay que optar por alguna opción, y ya por último, que no es autobiografía, sin prejuicios baratos que luego salen caros: Le entra al ruedo aunque apoya la abolición de la fiesta brava. P.D.- Incapacitada para quererse, pero en realidad se cae muy bien. Pásenle y disculpen el tiradero: tuve fiesta anoche.
¿Ya husmeaste? Genial, quién no lo hace... La ventaja de ser curiosos es que nosotros no somos gatos... Y la ventaja de no serlo es que, si eres capaz de leer esto, entonces con mucha seguridad serás capaz de escribir. ¿Qué esperas? Déjame tus comentarios, dudas, sugerencias, mentadas de madre, recetas de cocina, cómo hacer un amarre sin llamar a Madame Sasú en el intento, manuales de carpintería, lista del súper o en todo caso, pasa pero has ruido, que si vienes de puntillas me agarras en curva y me asusto.
Azul Albanta
Y que no se diga que nunca fui inocente!!! (La foto está chueca, pero la intención es lo que cuenta)
Mayo 14, 2009. 12:02 "Para ella el misterio empezaba precisamente por la explicación." Julio Cortázar Enero 06, 2009. 03:40 "En soledad vivía, y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido." San Juan de la Cruz Enero 01, 2009. 13:10 ¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar.? Hellen Keller Diciembre 11, 2008. 02:11 "No muevo los ojos no canto no tengo palabras no sueño me mueven me cantan me sueñan me sume la ola salpica levanta mi desventurada cabeza en eterna intemperie yo vivo en el gran movimiento del orbe en la nave" Pablo Neruda Noviembre 21, 2008. 22:24 "Vos todavía no aprendiste lo que yo ya me olvidé" Miguel Najdorf Noviembre 19, 2008. 00:00 "Usted se ha ido. Pero tampoco conviene dramatizar las cosas. Cuando salgo a la calle, aún me quedan muchas tapas risueñas en el tacón, y mis medias de malla consiguen reducir la cintura de la tristeza si su ausencia va silenciándome en una resaca de escarcha. O sea, que no estoy tan mal. Porque yo podré ser de vez en cuando un eclipse. Pero nunca un eclipse sin sangre de luz." (Almudena Guzmán) Noviembre 18, 2008. 23:32 "Exquisita pendencia la de mi boca y la suya por ese dedo abeja que libró entre murmullos y distensiones golosas, las sucesivas floraciones de mi anémona nocturna." (Almudena Guzmán) Noviembre 17, 2008. 21:00 "Que el dolor es amigo del ser humano, ése es el peligro. Que el dolor tiene un límite, ésa es la salvación." (P. C.) Noviembre 12, 2008. 12:37 "Pero no, sigo siendo tan volátil como ayer..." (La quinta estación) Noviembre 05, 2008. 20:53 "El que no ama siempre tiene la razón: es lo único que tiene." (Antonio Gala) Noviembre 02, 2008. 22:04 "Decido hacer mi testamento. Es este: les dejo el tiempo, todo el tiempo..." (Eliseo Diego) Octubre 31, 2008. 01:51 "Mi pecado es terrible: quise llenar de estrellas el corazón de un hombre..." (Marcos Ana) Octubre 27, 2008. 23:01 "...la folie ailée ma folie déchire l’immensité et l’immensité me déchire...". (Georges Bataille, L’ archangélique) Octubre 25, 2008. 21:44 Hrs. "Nadie es libre. Hasta los pájaros están encadenados al cielo". (Bob Dylan)
Octubre 11, 2008. 12:23 Hrs. "Sólo creo en el fuego. Vida Fuego. Estando yo misma en llamas enciendo a otros. Jamás muerte. Fuego y vida". (Anaïs Nin) Octubre 05, 2008. 22:05 Hrs. "Lo mejor que me ha pasado en la vida pasará mañana...". (Joaquín Sabina, ¿hay otro?) Septiembre 30, 2008. 20:18 Hrs "Me dice el corazón que no soy de este planeta que caí de algún cometa fuera de circulación...". (Luis Eduardo Aute) Septiembre 29, 2008. 20:02 Hrs "Amar es combatir...". (Octavio Paz)
Septiembre 28, 2008. 23:25 Hrs "Hoy es un día de esos donde mandaría todo a hacer puñetas...". (Luis Eduardo Aute) Septiembre 25, 2008. 14:37 Hrs "Dueña de mí, quiero decir con nada; fuera de ti, quiero decir sin todo...". (Joaquín Sabina) Septiembre 24, 2008. 22:14 Hrs "Lo malo de la vida es que de cien hombres tienes que elegir uno y vivir con la nostalgia de los otros noventa y nueve...". (Gustavo Sáinz, modificado para Albanta)
Septiembre 23, 2008. 01:19 Hrs "Malditas sean las muertes naturales, los que besan a plazos mensuales y se confiesan en cuatricomía...". (Joaquín Sabina)
Septiembre 20, 2008 12:10 "Muchacha imperfecta busca hombre imperfecto de más de 35, exige lectura de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma, b) toda su piel liviana para los besos, c) mirada verde para desafiar el infortunio de las tormentas; No va a las casas ni tiene teléfono, acepta imantación por pensamiento. No es Venus; tiene la voracidad de Venus. " (Gonzalo Rojas y un agradecimiento a Alondra que lo envió sabiéndome como me sabe)
De lo que a la Albanta le cuacha...
Vivir sin puntos suspensivos.
Desde luego, escribir.
La ternura de Selene.
Los abrazos de mi madre.
El hombre de mi vida, mi padre.
Mi sillón favorito.
Hacer el amor!!!
Mi gata Viridiana.
Hacer piojito.
Los besos anhelados.
Mi morbosidad.
Las historias de asesinos seriales.
La Ley y el Orden. UVE.
Daria.
Dr. House.
No enterarme del mundo los domingos.
Dormir sin interrupciones.
Caminar acompañada durante la madrugada.
Mi familia, todititita y como es.
La nochebuena.
La Coca Cola, ni pex.
Infusión de frutas.
Café irlandés.
Café de olla con harta canela.
Café americano con amaretto.
Los girasoles.
Una llamada que de tanto esperar, sorprende.
Cafetear con las amigas.
La lluvia diáfana.
Las nubes emborregadas.
El cielo gris.
El mar turquesa.
Comer castañas asadas en el zócalo en época decembrina.
Escuchar una rola popera cuando estoy chípil.
Claro, Joaquín Sabina.
Alejandro Santiago.
Mi cumpleaños.
Zanahorias con limón y harto piquín.
Hershey's con almendras.
Alejandra Pizarnik.
Pita Amor.
Cortázar.
Antonio Gala.
García Márquez.
Leer como hipnotizada.
Warrior, mi perro de peluche.
Los manatís!!!
Una buena película en viernes.
Los grandes amores.
Mis maravillosos amigos.
Los chistes bobos.
Las noches risueñas.
Evidentemente, fumar.
Marlboro rojos.
De lo que a la Albanta le desquicia...
De manera muy seguida, me desquicio yo solita.
En definitiva, el jitomate.
Los domingos.
A los miembros oficiales reggetoneros.
La calma y la prisa cuando hay que actuar al paso.
El encierro.
Las horas pico.
Barney el dinosaurio vomitivo!!!
Toooooda la lista de mis accidentes.
Agh, que se me rompan las uñas.
Las verdades a medias
Las mentiras enteras.
Las mentiras piadosas.
Mi fobia al rechazo.
Ay ay ay!!! Las cucarachas.
La injusticia.
La pasta de dientes cuando pica!!!
Las esperas sin esperanza.
El silencio forzado.
Los intelectualoides.
Que no la legalicen...
Cuello blanco, el fuero común, las armas...
La cebolla frita.
El olor a cebolla frita.
No tener rivotril para dormir...
El maltrato a los niños.
El maltrato a los mayores.
El maltrato a los animales.
El maltrato a uno mismo.
La maestra de tercer año de Selene.
Que me molesten mientras escribo.
Que me molesten mientras leo.
RBD, Paulina Rubio, Adal Ramones...
Fox-Sahagún, hermanos Bribiesca, niño verde... La creme de la creme de nuestro país...
¿PA QUÉ SIRVEN LOS BLOGS?
-
Cada vez me cuesta más escribir en el blog, quizá porque esto de bloguear,
tal como yo lo concibo, *empieza a convertirse en algo obsoleto*.
Pretendo re...
La tropa de Kenjutsu Ki Ken Tai
-
Y... ¿qué sucede los domingos en la mañana? (cuando no hay proyectos
urgentes de trabao o viajes a Cuernavaca o... bueno, ya me entienden...
Hay clases de ...
Curso importante para todo freelancer!!
-
En caso de que quieran saber quién es So, visiten Blog y Lana, que es un
blog dedicado al manejo financiero, pero en tono cotidiano y personal.
Altament...
Gustavo Sainz: El tango del desasosiego
-
por Ignacio Trejo Fuentes
*(Primera de dos partes) ***
Gustavo Sainz es acaso el mayor “experimentador” de la literatura mexicana
(y no desdeño a Sergio F...
Paradoja
-
La fornicación es uno de los actos más placenteros y a la vez riesgosos que
puede efectuar el ser humano: con ello se pueden producir nuevos seres
humanos...
Qué tal nos fue en 2011?
-
The WordPress.com stats helper monkeys prepared a 2011 annual report for
this blog. Here’s an excerpt: The concert hall at the Syndey Opera House
holds 2,7...
De cometas y cosas simples
-
Tan espaciadas han sido mis apariciones por este blog, que me parece que
entre el paso de esta vida y la otra antes de llegar al cielo seré cometa,
aunque...
proyecto presencias: respuestas 1.
-
-Yo me apunto a tu propuesta. Estoy a tu disposición y espero escuchar una
poco más de este proyecto. En fin, eso. J.
-muchas gracias... y claro que sí, cu...
Hace 14 años
Y de postre...
"A veces pienso que la prueba más fehaciente de que existe vida inteligente en el universo es que nadie ha intentado contactar con nosotros". Bill Watterson
"Mañana es sólo un adverbio de tiempo..." Joan Manuel Serrat
"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas". Pablo Neruda
"¿Quién del volcán conoce la tortura? Sólo yo que soy él y su amargura". Guadalupe Amor.
"Qué hacer cuando mirar no es ver aquello que se ve, qué hacer cuando el futuro es un espejo en la pared, qué hacer cuando el mercado de almas es dogma de fe, qué hacer cuando ser libre es preguntarse: ¿para qué?" Luis Eduardo Aute
"Cuando te falte un amigo o un perro con quién hablar mira hacia dentro y contigo has de poder conversar". Alberto Cortés
"Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor." Mae West
"No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?" Juan Carlos Onetti
"Me parezco al que llevaba un ladrillo consigo para mostrarle al mundo cómo era su casa..." Bertold Brecht
"Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad". Gabriel García Márquez
"La única perversión sexual que conozco es la castidad". Anónimo (Ese hombre sabía lo que decía)
"En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo". Mario Benedetti
"El dinero no es nada pero mucho dinero... eso ya es otra cosa". George Bernard Shaw
"El amor es una amistad con momentos eróticos". Antonio Gala
"La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos". Alejandra Pizarnik
"Las guerras seguirán mientras el color de la piel siga siendo más importante que el color de los ojos". Bob Marley
"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos". Jorge Luis Borges
"El que no ama siempre tiene razón: es lo único que tiene". Antonio Gala
"Y floto, ya sin mí, pura existencia..." Octavio Paz
"Para ti soy ateo. Para Dios, la oposición". Woody Allen
"Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte..." Julio Cortázar
"Digo siempre adiós, y me quedo..." Vicente Huidobro
"Yo no sé si Dios existe, pero si existe yo sé que no le va a molestar mi duda". Mario Benedetti
"Estoy cansado de llevarme puesto". Osvaldo Soriano
Y la Albanta siempre canta...
Canciones rundidoras, sollozos inspirados, harta enjundia y un poquito de nostalgia... Yo que ustedes husmeaba.
Luna Angelical, foto fusilada de la Jornada on line donde muestra el eclipse de luna, este martes 28 de agosto. Ok, doy el vínculo http://www.jornada.unam.mx/2007/08/29/index.php
Infórmate, caray!!! (No le hagas caso a Fox: leer SÍ es bueno)
Y a continuación, lectores consentidos (o sea los dos que nunca me fallan) les pongo la música rundidora y nauseabunda que la Albanta escucha (chale, no sé por qué siempre hablo de mí en tercera persona... Bueno, me vale) cada que tiene la oportunidad de sentirse feliz e infeliz, realista y soñadora... Momento, la que se siente así es Lupita D'Alessio... No importa, yo también tengo derecho, porque soy mujer como cualquiera, con dudas y soluciones, con defectos y virtudes... Ok, me callo y mejor pásenle a lo barrido!!!
El menú de ayer (De lo que Albanta comió y vomitó en palabras con anterioridad)
Y ahora con ustedes, Honorable Congreso de la Unión (si ya metieron caballos a San Lázaro, algún día me he de colar y decir esto desde la tribuna, me cae que es mi sueño), les enlisto mis películas favoritas. Algunas cursis, otras más cursis, otras francamente sólo les falta el moño rosa y papel celofán. Pero como en lo único que miento es en mi vida cotidiana, que no en las letras, pues tengo que poner las que más me cuachan y no las que han ganado el Oso de Berlín ¿estamos?
Betty Blue
Película altamente recomendable, con dosis excesivas de llanto moqueador y... nada, hay que verla...
El lado oscuro del corazón
Película triste cuyo final mejor lo imagino porque mi historia fue mil veces mejor...
Juego de Luna
La valentía de apostar con el corazón...
Son de mar
Del profundo mar en calma...
What the bleep do we know?
Neta que me cambió la vida... Claro que la tuve que ver como cinco veces, porque con tanta física cuántica, la dos primeras me quedé dormida, la tercera puse cara de imbécil, en la cuarta me llamaron por teléfono y ya la quinta hasta anotaciones tomé...
Kill Bill
Una muestra de que no sólo soy cursi hasta la náusea...
Dancer in the dark
Esa película es buena o qué?
Sin City
Neta, una de las mejores películas que he visto... (Tenías razón, fantasma, Bruce Willis sabe actuar siempre y cuando lo sepan dirigir)
La vida en rosa
Y de cómo Edith Piaf convirtió su existencia en un canto de ruiseñor...
10 things I hate about you
Y un homenaje a Heath Ledger -de los pocos actores inteligentes en una típica película adolescente- Y valiéndome que me digan ñoña, no me canso de ver esta película, ni de su poema final, especialmente en la versión original.
Y sobre el poema...
I hate the way you talk to me, and the way you cut your hair. I hate the way you drive my car. I hate it when you stare. I hate your big dumb combat boots, and the way you read my mind. I hate you so much it makes me sick; it even makes me rhyme. I hate the way you're always right. I hate it when you lie. I hate it when you make me laugh, even worse when you make me cry. I hate it when you're not around, and the fact that you didn't call. But mostly I hate the way I don't hate you. Not even close, not even a little bit, not even at all.
Y ahora en versión latina...
Odio cómo me hablas tu forma de conducir odio tu corte de cabello y lo que llegué a sentir Odio tus espantosas botas y que me conozcas bien te odio hasta vomitar qué bien va a rimar Odio que sepas pensar y que me hagas reír odio que me hagas sufrir y odio que me hagas llorar Odio tanto estar sola que no hayas llamado aún Pero más odio que no te pueda odiar ni aunque estés tan loco ni siquiera un poco lo he de intentar
Amelie
¿Quién dice que los sueños no se hacen realidad?
A él no le gustas tanto
Oh-por-Dios, en verdad una de mis películas favoritas!!!
Little Miss Sunshine
Película recomendable para una tarde sin rundición. Genial.
Mamma mia!!!
Mamma mia, here I go again!!! Extraordinaria película musical: locochona, mielcochosa y la dosis exacta para una sonrisa multifuncional...
Billy Elliot
Ah, qué buena peli!!!
Bridget Jones
Para pasar la tarde con tu mejor amiga, mentar madres al sexo masculino y luego evocar al amor de tu vida... Chale, soy una ñoña...
Nurse Betty
Renée Zellweger y una película maravillosa. Seee, soy currrrrrrrsi como la chingada...
The truth about cats & dogs
Y como dice una película mexicana: "La neta es chida pero inalcanzable..."
Lucía y el sexo
Y el saber hacer de las palabras el placer que florece en la piel...
An American Crime
Una película de horror con dos grandes actrices, especialmente Ellen Page, que me fascinó en Juno...
Fidel
Genial película con mi novio (aunque cuando lo vi no me dio tiempo de informarle nuestro compromiso) Víctor Huggo Martín, ¡estupenda su actuación!
Immortal Beloved
Gary (Oh sí!) Oldman le da vida a este artista cortavenas. Para disfrutarla en serio.
Mar adentro
Javier Bardem es un actor que vale su peso en oro. Y aunque habla sobre la parálisis física, uno se da cuenta que no hay nada peor que la tetraplejia emocional...
París te amo
Estupendos cortometrajes, especialmente el que evoca a Oscar Wilde y la historia de la mujer que viaja sola...
Breakfast on Pluto
Película sensible sobre un ser valiente y maravilloso que no encaja en ningún lado, pero no vive con dramas...
Cadena de favores
Porque hacer algo bueno sin pedir nada a cambio, es la muestra de que el ser humano puede ser todavía un poco humano...
Big Fish
"Un hombre cuenta sus historias tantas veces, que se convierte en ellas, viven después de él, y de esta forma se hace inmortal...".
Los Simpson la película
Ah, es que también me gusta ser culta de vez en cuando...
Buscando a Nemo
Ay, sí, soy una ñoña!!!
Casablanca
Narai narai nanaiiii... Narai narai nanaiii... Narai narai nanai nanaiii... (La tonada es chida)
El último cuplé
Pisa morena, pisa con garbo, que un relicario me voy a hacer, con un trocito de mi capote que haya pisao tan lindo pie... Aaaaay... qué tiempos, señor Don Simón... Bueno, no me tocaron, pero mi papi me contó...
Cuando una historia se puede contar en imágenes...
Cierto que entonces vale más que mil palabras. Pero si les pongo un paisaje, justo es que les cuente todo, porque a mí me late la posición maquiavélica de "El chisme justifica los medios". ¿No va así? Bueno, es que lo quise hacer más contemporáneo. Así que mi pequeña galería tan sólo porque ando ociosa...
Octubre 2006
El paisaje que ofrece la cabaña de mis apás. Juré levantarme y empezar de nuevo, aunque por cierto, en ese viaje me caí pero en fin... El caso es que cada que veo esta imagen me doy cuenta de que por más nublado que esté un día, no resta la belleza de vivir (chale, el reiki me está haciendo daño).
Si camino a Veracruz...
Y entonces abril me sorprendió con lluvia y abrazos. Diez años después, las historias pueden tener un final feliz.
Alex Santiago!!!
31 de mayo (Ah chingá, mayo tiene 31 días? Ok...) No muy buena noche, pero platicamos rico. Y la siguiente semana comimos más rico.
Puros cuadernos, nada de hojas sueltas!!!
Dicen que un amigo es alguien que despeina tristezas... Nada más cierto que eso. Y para muestra, estos dos maravillosos botones: Erika y Belén (las quiero, nenas hermosas)
Amirijillos!
Sacbé... Diez años después...
Oficinirijilla
Según Robert Lee Frost, "El cerebro es un órgano maravilloso. Comienza a trabajar nada más levantarnos y no deja de funcionar hasta entrar en la oficina". En definitiva, tiene toda la razón...
En la oficina...
La licenciada Taña (olvídenlo, es casada...) y yo, chacoteando y justo antes de ponernos a... tomar un café, de hecho. Es una niña genial (y de la licenciada Diaña no tengo fotos, pero prometo tomarme unas con ella para presumirlas aquí)
Las aventuras en el DeFe
Y yo pensando... ok, ya subí... ¿Alguien me puede decir cómo coño bajar? Por primera vez, bajé con dignidad...
El hombre de mi vida
Mi papi, aquí sí no hay más que agregar.
En la madre! ...De Albanta, quiero decir...
Mi madre, que prefirió guardar el anonimato en esta ocasión... Doña Gloria es algo tímida...
Los peques de la familia (por supuesto que me incluyo!)
Selene, el Sebas (pequeño demonio, diría H. Simpson) y la tía Vero el seis de enero...
Asesinos seriales...
Selene en la exposición... No la querían dejar entrar hasta que le dije al encargado: "Mire, mi madre la deja ver todas las telenovelas y mi padre la sienta a ver el noticiero de López Dóriga ¿No cree que la niña ya está acostumbrada al terror?". Mi visión de las cosas fue irrefutable...
Mis niñas...
Selene y Viridiana... Sólo así pueden estar juntas...
Que toque la banda!!!
Me cae que seguimos igualitos que cuando salimos de secundaria... Claro que ahora ya hay canas, estrías, hijos, pensiones alimenticias, trabajo más de diez horas, pero ya tenemos credencial para votar!
¿Mocedades?
No, la bandísima que siempre me acompaña (Uff, papá!!!)
Sonrisa colgate...
Sí, COLGATE TREMENDOS CACHETES, BOLUDA!!! Ok, Chispina, Albantica y la licenciada Babas...
Smuack!!!
Foto tomada por Seles. Lo que es no tener nada mejor que hacer. (Hagan el quehacer, diría mi madre con esa ternura que le caracteriza...)