lunes, 26 de octubre de 2009

Azul, pintada de Azul!!!


La verdad es que ya se me cocían las habas por escribirles. Oh, dos lectores adoradísimos, mi vida ha dado un giro hermoso y placentero desde que descubrí que no sólo de internet vive el hombre, sino también de una vida fuera de la pantalla. Más a fuerza que de ganas, claro...


Pero por aquí, por el norte de mi corazón y de la ciudad, a la diestra de la luna y a la izquierda sólo por principio, voy a detallar lo que me pasó en cinco meses. Tranquilos, mejor lo resumo y no lo detallo ¿cierto?


Ok, pues como dije, mi computadora sufrió una sera avería. Después vino el que me dieron las gracias (y no saben de qué chingada manera) en el trabajo donde estaba. ¿Motivo? Nada, simplemente falté dos días a causa de una colitis tamaño no-manches y llegar al hospital en calidad de moribunda. Luego de eso, me despidieron no sin antes agradecerme diez años de trabajo casi esclavizante... Chale.


El dueño de mis quincenas ahora inexistentes también dejó de trabajar, así que hicimos de todo (bueno, CASI de todo) para salir al día de los gastos. A veces era toda una travesía sacar para la comida: desde vender tamales (por cierto, me quedan riquísimos y además, es verdad: los pinches tamales no se hacen si uno se enoja) hasta salir de extras en una película de Martha Higareda (¿pueden creerlo?). Un día sólo comimos sopa Maruchan (por favor, sólo cómanla en caso de extrema urgencia) y cosas así. ¿Resultado? Una relación fantástica donde aprendí que de los peores momentos pueden amanecer perfectos instantes. Así que Sergio y esta que hoy escribe, y que no es su humilde servidora porque ni soy humilde ni les sirvo para nada, estamos juntos, sólo por hoy y con miras de estarlo mañana. Ahora la situación económica está mejor, aunque a decir verdad, muero por empezar a trabajar otra vez en mi casita y hacer mi programaxxxxxxxxo de radio. Veremos, porque el messenger como que todavía no quiere funcionar...


En fin, ya saldrán más cosas por contar. Son las nueve con cincuenta y cinco de la noche, en cinco minutos empiezan las luchas (oh sí, me gustan las luchas de la WWE) y tengo que darle de cenar a Selene, esperar al amore mío o-sólo-mío-mío-mío-chiquiti-bum-bombita y descansar, ya mañana será otro día.


Gracias a todos. A los que me escribieron al correo electrónico, a los que me dejaron algún recado aquí, a los que me llamaron, a los que tomaron mis llamadas y a las mentadas de madre telepáticas. La verdad, la vida no es vida si uno no es querida y requerida.


Buenas noches. Un beso, y que siga la fiesta.