lunes, 9 de junio de 2008

De ausencias... Y de regresos.


Vulnerable. Experimentada. Turquesa, aunque de vez en cuando, en todas las variantes del azul. Volví. Tal vez un poco más receptiva, igual un poco más iluminada. Temerosa como siempre, y bien dispuesta a la próxima vez que tenga que marcharme para demostrarme que la vida, ya lo dijo alguien, no es un problema para ser resuelto sino un misterio para ser vivido.

Ni tan sola. Con recuerdos que me dejan un sabor de boca agradable. Con preguntas que me acechan si en realidad lo mío será la soledad sonora o la sordomuda. Con la bien merecida esperanza de que tengo el derecho -y el izquierdo, claro está- a decretar que por muy vacía que esté la cama, un día no necesitaré convocar a los fantasmas y entonces la respiración de alguien será tan presente que vibraré en plena madrugada por saberme lista para medir su palpitación. Ya llegará el tiempo, que es circunstancial.

Un tanto enferma. De lo de siempre, que me indica, sin cuestionamientos lamentables, una cosa única, irrefutable y majestuosa: sigo viva. Con planes personales y grupales. Sin sollozos y sólo inhalaciones y exhalaciones por la nariz para que no se me vaya la energía por la boca, como dicta el precepto de la yoga. Que de los labios sólo espero dar y recibir algún beso. Besos de agua, besos de chela, besos de palabras, besos de silencio y besos a distancia. ¿Cuánta cantidad de besos puede haber que aún ignoramos? Sí, todavía lo ignoro...

Aprendiendo y aprendiendo, aunque los gerundios sigan sin convencerme todavía. Es mentira, me encantan. Quizá, un día, logre comunicar lo que en verdad quiero decir y mande de una vez y por todas, mi perceptible fobia de rechazo a la chingada. Si a fin de cuentas, lo peor que puede pasar es que digan que no. De hecho, a eso es a lo que le tengo fobia. Carajo.

Con algunas noches afortunadas que me curan lo que soy y lo que tengo, donde llegan las hadas piadosas y me traen pócimas de anhelos, alineando mi energía y dejando mi locura más certera que nunca. Entonces como Lázaro, despierto, sueño y ando. Las demás son sólo noches, lo que no significa que sean insignificantes. Siempre hay algo que hace que valga la pena. Los grillos, por ejemplo.

Así que, mis dos lectores consentidos por ser únicos. Lo que es más; por ser los únicos: Aquí estoy. Tan devota de las letras como siempre, tan pendejísimamente aletargada como siempre y tan exageradamente loca que a veces corro el riesgo de pasar inadvertida y parecer cuerda. Con los pies en la tierra y el alma en el cielo. Con el corazón en el limbo y la razón... en algún frasco de formol para que hicieran con ella lo que mejor les pareciese. Así que sólo vine a decir que ni tan sola, ni tan ausente.



2 comentarios:

Jesús Mtz dijo...

Me gusto...
Muy buena concordancia...

Anónimo dijo...

Genial, soberbiamente azulada, te mando un beso, que esta boca... esta boca es mia!

pd. que conste que no te animaste a visistarme el martes que estaba cerquitita de chilangolandia. pero, ya regresare, ya regresare!