miércoles, 2 de julio de 2008

Y un poco amargadita...

Sí, está visto que no me debí volver fan de Bridget Jones nunca en mi vida. Me vale madres. Con una sobredosis de hoynomepuedolevantar que llevo desde el lunes, y dispensen mis dos adorados lectores pero es que la rundición es mucha, me dispongo a vomitar en donde me sea posible -es decir, aquí- todo el yeyo que me incomoda porque mis amigos ya tienen los problemas suficientes para que yo les llame con mis garrapatas energéticas. Además, una, que hace reiki, toma anti depresivos, va a yoga, meditación y cree en la energía del universo y la luz del mundo, tiene mucho derecho a sentirse de vez en cuando de la chingada.

Treinta años. Casi treinta y uno. Reinventándose cada día con la firme esperanza de que cuando llegue el sueño sea autojustificable la respiración del tiempo que permaneció despierta. Sabe lo que es morir del alma y oh sí, que el cuerpo siga funcionando aunque el corazón sea sólo una parte incómoda que lata sin importancia. De pronto y sin previo aviso, vuelven las mariposas en el estómago (en realidad lo mío son vampiros que se mueven a la velocidad de un colibrí, qué más da). Con fobias irremediables, como embonar en otros labios y que un día sin motivo ni por qué la boca ajena desaparezca y entonces haya que empezar a tejer con un poco de dolor la colcha de retazos los recuerdos para la vejez, que no es otra cosa que el seguro de vida contra la mala memoria: Nada peor que llegar a viejo (a la edad que se tenga) y olvidarnos de todo.

Caminando por el gusto de seguir. Sarcástica, porque es el mejor escudo contra la desilusión, aún cuando la ilusión sea una cosa que me venga guanga. ¿Lo ven? Este es el mejor ejemplo del sarcasmo. Evaporándome de vez en cuando y en todos los estados, menos el sólido que se me complica mucho, quizá porque la seguridad se me complica bastante. ¿Qué chingados tiene que ver Bridget con todo esto? Bueno, de entrada, porque llevo dos días viéndola. Algunas veces he soñado con alguien, es más, tres veces. Tiene cara, de hecho. Y de hecho no lo van a creer, pero diré uno de mis secretos más cursis y más antiguos. Cuando iba en secundaria, soñé una feria, en un pueblo. Yo caminaba rápido, porque una estrella se había caído y había que tomarla enseguida. Pero del otro lado también alguien se acercaba, así que corrí. Y él también. Llegamos los dos juntos. Y la estrella era tan pequeña, pero tan pequeña, que cupo en el dedo índice de la mano izquierda de cada uno. Fue la primera vez que lo pude ver. La segunda vez... Bueno, fue muchos años después, igual que la tercera. Desde entonces, no ha vuelto a aparecer, a pesar de las noches que me he pasado invocándolo y pidiéndole ayuda. No me preocupa no encontrarlo, me aterra la idea de que exista y peor todavía, el hecho de que un día yo logre reconocerlo.

Dirán que estoy drogada. No. De hecho llevo la dosis exacta de Sertralina y Topamax. El Rivotril aún no me toca. Sólo sé que sentirme como me siento es muy humano, que se puede ser infeliz y descansar dos días mitigando el dolor entre tus sábanas para que entonces surjan las palabras y dejes volar las mariposas hasta donde alcance tu imaginación. Así como sé, que puedes ser feliz viendo tres películas mientras tomas chela y haces piojito y luego te vas a dormir aunque no duermas. Tienes planes laborales y aunque no se concreten sabes, porque algo te lo dice, que naciste para eso, que no hay pruebas, sólo circunstancias. Tienes amigos que te aman y ahí están, abrazándote, escribiéndote, sacándote de tu holgazanería. Y el mayor ejemplo de que no hay castigos, simplemente enseñanzas.

Así que ahora, después de este vómito verbal, deseo que cada uno tenga una noche feliz e infeliz, realista y soñadora, sumisa por convicción más independiente por opinión... Ah chingá, ¿quién dijo eso? Ok, simplemente, tengan la noche como mejor les plazca. Pero a fin de cuentas y después de todo, siempre existe la posibilidad de alejarse un poco del cuadro para admirar bien la obra.

Y aunque no me lo pregunten... Sí, tal vez algún día volveré a ver El diario de Bridget Jones. Pero por este año creo que fue suficiente. Como este escrito. Regresaré cuando tenga que regresar... ¡Ah, claro! Un feliz aniversario para el matrimonio Fox Sahagún. ¿No me invitan a su rancho? Digo, para hablar de sus proyectos inconclusos sobre la cultura. Es que ¿saben? lo de la macro biblioteca me tiene un poco inquieta...

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