domingo, 11 de enero de 2009

Las amorosas


También las amorosas estamos solas, solas, solas.

Es poco recurrente que la soledad pueda abatirme. La he vivido (aunque parezca lo contrario) desde niña, y podría sonar contradictorio pero me parece que no es mala compañía. Ya me lo decía Alberto Cortés: "Cuando te falte un amigo o un perro con quien hablar, mira hacia adentro y contigo haz de poder conversar". Yo le creí desde el principio.

Entonces llegó un momento, hace no muchos días, en el que me temí vivir sola el resto de mi vida (tranquilos, mis dos queridos lectores, tampoco faltan tantos años como para que digan que es innecesario ese miedo): Sé que estoy en un estado contemplativo en el que don Jaime Sabines no ayuda mucho, ni las canciones de Aute, pero yo insisto y leo y escucho. Miro hacia un lado y hacia el otro. Tengo frío. Necesito un abrazo. No un apapacho filial y tampoco una caricia erótica. Sólo un abrazo. (Se instala Aute con su rola No sé qué coño me pasa hoy. 'Yo tampoco', respondo seriamente afectada por la ingratitud de su melancolía). Fumo y tomo Rivotril: Hoy cumplo cuatro días sin dormir y no festejé con pastel. No había motivo: he estado enferma, he tenido mucho trabajo y murió un tío muy, muy querido. Entre las ocupaciones y las preocupaciones ya el whisky no me hace ni cosquillas.

Cambio de medicamento. Subí de peso, luego bajé, luego subí.
Mi doctor no entendió las cuarenta mil veces que le supliqué esetratamientonoporquememadreatoda. Él insistió y dio como resultado que ahora me tengan que hacer nuevos estudios y se pregunten entre seis especialistas qué carajos me van a dar ahora.

De repente, me detengo. ¿Amorosa, Azul? Bueno, de alguna manera... Sola, a favor de los milagros y los sueños bien vividos. Entonces pienso que los muertos deben sentir frío, pero aún no estoy descansando en paz. Y no, sin embargo, tampoco me muevo. No por hoy. ¿Será la cuesta emocional de enero? ¿Será que ya la cama se me hace infernalmente enorme y no consigo llenarla con esperanza? ¿Será que me cansé de platicar y decidí estrellarme en la realidad de que sólo hay mesa para una?

El corazón no late tan fuerte ahora. Era más sencillo equivocarme con gente que engañaba aún cuando no consiguiera engañarme a mí, con gente que me llamaba sólo cuando recordaba que había alguien que nunca tenía un rotundo no como rotunda respuesta. Pero ahora no tengo ganas de algo sencillo. Últimamente he estado muy imprecisa pero con un vestigio determinante de que en verdad, quiero volver a tener un estado de gracia en el que, como hace algunos años, mi inocencia escondida me decía que ya estaba aquí. Que pude dormir acompañada sin que ningún ruido me asustara, convencida de que si el mundo se decidía por fin a terminarse, yo estaría en los brazos certeros de quien me cobijaba mucho más de lo que ahora intentan hacerlo tres cobertores y una sábana.

Disculparán lectores, pero hoy amanezco -porque son las tres con veinte- bastante azul pálida. Triste, pa' que me entiendan los que no saben de matices.

Las amorosas callamos del alma, que no de la palabra...

Uff! Por fin está haciendo sus estragos el Rivotril y parece que me obedecerá y podré encaminarme hacia la cama, la cama enorme, la que también está sola, sola, sola. ¿Quién dijo que no podría soñar sin dormir? Quiero decir, haré el esfuerzo y entonces cerraré los ojos para que la oscuridad me aclare el corazón.

4 comentarios:

FerGil dijo...

A veces me pesa mucho que tus escritos no sean de ficción... sobre todo porque son endemoniadamente buenos.

jm dijo...

Muchas veces tus escritos me han dejado nudos en la garganta. Tienes una forma de plasmar los sentimientos de manera tan clara que parezco estarlos viviendo.

Deseo que todo este mejor para tí, que te sientas bien y que no dejes de escribir como lo haces.

Es un placer leerte
-jm

MIZPAH dijo...

Sé tan pefectamente lo que supone haber escrito lo que acabo de leer que... he decidido teletransportarme para darte en vivo y en directo ese abrazo que tanto necesitamos las dos. Esa muestra de seguridad y protección frente al mundo que se nos derrumba bajo los pies, mientras nosotras, de puntillas, vamos acercándonos un poquito más a la pared que tenemos detrás sin que nadie nos brinde una mano, aunque sea para caernos juntos al vacío.
Pero... aún y sabiendo todo lo que sé, aún y sintiendo todo lo que siento, quiero aprovechar estas palabras para que recuerdes (puesto que en el fondo de tu almita azul lo sabes...) que llegará el día en que alguien que verdaderamente sepa apreciar tu cariño te regale un abrazo que te haga rozar los talones de Dios.
Nunca, nunca dejes de soñar. ;D

Mafalda dijo...

Me ha gustado mucho tu entrada... plasmas los sentimientos vividamente... como si más que describirlos los revivieras en cada tecla...

Saludos... y espero que ya estes durmiendo.-