jueves, 13 de diciembre de 2007

Ejem ejem... literatura lúdica impúdica presenta:

Ejem ejem... en realidad he decidido meter en esta época de ausencia de musas uno que otro escritirijillo que me publicaron hace algún tiempo. Por qué, pues en realidad no sé, igual por puras ganas, faltaba más. En fin, con ustedes el primer documento del baúl de mis recuerdos.
FUMANDO ESPERO
Ahora me he impuesto la siguiente regla de vida:
No fumar mientras duermo,
no dejar de fumar mientras estoy despierto,
y no fumar más de un solo tabaco a la vez.
Mark Twain
Fumando espero, al hombre que yo quiero, dice (y dice bien), Sarita Montiel vestida de pecado en presentaciones musicales de antaño. Pienso en uno. Pienso en dos, pienso en tres... ¿Realmente cuántas adicciones podríamos darnos el lujo de tener? Me levanto de la silla, por alguna parte dejé el diccionario... Caramba, yo lo vi hace algunos días, cuando hice limpieza... ¡Claro, está donde dos patas debían sostener mi sillón! Ups... Tendré que buscar en línea. Bien, según El Diccionario Ideológico de la lengua, el término adicción quiere decir “Afición desmesurada a algo”. Entonces, me confieso adicta a Internet, a las groserías, a la Mágnum con almendras, al Boing de mango, al café y sí, definitivamente, al cigarro. Podría decir sexo, pero llevo en castidad obligatoria un plazo del que me niego a confesar en este espacio. Así que, después de todo, cada quien puede tener el vicio que le plazca, si a fin de cuentas, lo que no te mata te engorda, y lo que te engorda, carajo, también te mata.
Me gusta fumar cuando estoy sola, triste, contenta, equis. Cuando tomo un café, una limonada, un refresco. En medio de una charla, luego de comer, mientras escribo, durante una fiesta, en velorios, antes de dormir y después de hacer el amor. Cada bocanada tóxica es asumida por todo mi maltrecho cuerpecillo con placer un tanto insano y pecaminoso, pero qué diablos, pura satisfacción.
La opinión sobre si es o no bueno está muy por demás de explicar aquí: Me sobran los motivos. Lo verdaderamente importante es que sí, lo confieso, el cigarro tiene un don que desconozco pero que me es sublime, no me deja ir, me tiene presa, atrapada. Y que no me quiero escapar.
No todavía.
A fin de cuentas, ya lo dijo la Montiel: Fumar es un placer.

4 comentarios:

MIZPAH dijo...

La Montiel aún lo sigue diciendo. Aunque digan que fumar resta años de vida, en ella creo que está haciendo una excepción. Hay adiciones que no estamos dispuestos a perder (aunque podamos) y si en tu caso has decidido serle fiel a la nicotina (a pesar de la opinión de tus pulmones), allá tú con lo que dejas entrar en tu cuerpo (dejemos de momento al margen el límite de tiempo en castidad, jaja).

Ricardo Arce dijo...

Yo no tengo quien me fume!

Ricardo Arce dijo...

ya le estan saliendo raíces a este post!!

Sergio Arroyo dijo...

Buenas noches, hoy se me ocurrió que por qué no podía decirte hola. Adiós.