martes, 9 de septiembre de 2008

¿Quién dijo que todo está perdido?


A veces nos cuesta trabajo entender cuál será la consecuencia de tropiezos, trastabilleos, caídas, desgana y rundición. Entendemos por vida el único acto de respirar y nos sabemos presentes únicamente por instinto de conservación. De pronto abrimos los ojos y ahí está, quietecita, mirándonos sin reproche por hacerla esperar, diminuta porque necesita que la alimentemos, la plenitud.


Plenamente capaces, dispuestos, felices.


Y oh sí, mis dos lectores queridos (que espero sigan siendo dos porque ya sólo me ha escrito uno), me empiezo a dar tinta de que he llegado hasta aquí, hoy, martes de Marte, dibujando girasoles a brochazos de puritito gusto. Con sabor a verdad, a complicidad, a luz... A colores.


(A lo lejos, alguien canta: "Sin oraciones quisiera pedir, si hay otras vidas que seas para mí, que no dejes de cuidar nuestro huerto, que la malva crezca como amuleto...". Es el Alejandro Santiago. Llega y se instala junto a mí para decirme que oh sí, hay vida mucho más allá de las canciones desamorescas que estoy acostumbrada a cantar en pose de Paquita la del Barrio)


Qué quieren, hoy amanecí sin pasado. Sólo con el buen sabor en la piel y el alma de saber que valió la pena cada paso para encontrarme con todo y pie enyesado en el punto que me trae hasta aquí. Con la mitad del corazón en un rinconcito de palma, y la otra mitad esperando a la vuelta de la Juan Antonio de la Fuente. Van a decir que si me drogué porque no me entienden un carajo. Perdón, lectores. Hoy quise escribir a puro localismo...


Espero las cerezas!!!

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