lunes, 29 de septiembre de 2008

Estadías de la Luna Azul.


COLD IN HAND BLUES
Y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo...
Alejandra Pizarnik
Escuchando a la Julieta Venegas, concretamente Limón y Sal... Qué quieren, no siempre soy ácida como para chutarme al Sabina, al Calamaro o al Páez, ni tan depresiva para escuchar al Popceransky, Abel Velázquez o Raúl Ornelas...


Exactamente no sé por qué ando en este lugar, si no he pensado concretamente qué decir. Mis rosas se secan a paso lento. Un pétalo de la rosa roja, la amada, cae sobre la rosa ya pálida, la amante. Pienso en cuando mis flores sean un recuerdo parecido a la naturaleza muerta. Aunque difiero del término: tal vez estática, pero no sin vida. Quien ha tenido una buena dosis de ella no puede decirse que después del último aliento se quede como si tal cosa...


Por eso no me quise morir a la hora de la hora, porque sabía que aún muerta tendría mil planes en cuenta y sería un poco más difícil de lograrlos que respirando.


Tengo miedo. Tengo anhelos, tengo medicamentos, esencias florales, frutales y muchos besos que tienen domicilio anónimo, pero destinatario conocido. Cuento con cigarros, mantras, unas calcetas de lana que me regaló mi padre para que no me duela tanto el pie, hadas bondadosas, luciérnagas para cuando se me va la luz del alma y el sentido de que tiene sentido estar aquí. Con todo y los temores y temblores.


¡Ay Amor con nombre propio! ¿Cuánto valdrás la pena para que mis pies de plomo encuentren polvo de estrellas y quieran volar igual que mi mente? Si te intuyo y de repente me detengo, apareces, te instalas con tu histérico cinismo y te vale un carajo mi pasado. Si me dices que yo soy mía y yo te digo te equivocas que soy tuya. Si me das libertad cuando me siento tan cómoda en tu pecho y no quiero volar porque tengo sueño. Si estás pero te vas, si nunca te detienes y yo por eso te sigo, porque nunca paras, porque dices y ríes como si el turquesa no fuera el color que tanto camino me costó encontrar. ¿Cómo sabrás entonces que me aterras por tu anormalidad y que a pesar de eso me sabes cuánto odio lo normal, lo cotidiano, lo civilizado?


Puedo ser mariposa y te concedo el derecho notariado para que me tomes entre tus manos y por lo tanto sepas que puedo elevarme más desde tu cuerpo que cuando sopla el viento. Puedo ser de papel y dejarme dictar palabras recién nacidas. Hoja blanca que se dispone y se propone ser escrita por tu tinta hasta que me alcance la vida. Quiero ser tuya para que siga siendo mía. Quiero ser mía para saber que puedo ofrecerme cada noche en sacrificio y contar tus latidos antes de morirme poco a poco para ti. Puedo perder porque no hay mejor juego que en el que apuestas con el triunfador.


Ser luna menguante para acunarte, luna llena para colmarte, luna nueva para asombrarte y luna creciente para siempre tener algo que decir.


Darte un par de canciones y esperar que un día de estos o uno de estos días tomes el pasado y este presente para decirme te amaré...


2 comentarios:

FerGil dijo...

Me gustó mucho la onda de la hoja blanca... y me parece interesante, porque también una hoja blanca es lo más amenazante que puede hallar un escritor (o dibujante).

Rita dijo...

azul... azulhada... hada azul: te veo del color del cielo y así brillas y que no le quepa duda al mundo entero, que arriba de las nubes está el azul... prístino, inalterable, como un gran diamante del color del zafiro, que desde las estrellas aún a la distancia no se puede negar. ¡Qué importan esas nubecillas que parece que han nublado algún día!

Pinches virus... qué le vamos a hacer, la vez que se borró la novela a la que en mis madrugadas le entregaba mi existir, después de rabiar, de llorar, y mentar la madre por la humanidad entera, con más calma supe, que era el momento de reescribira, pero aún mejor.

azul, azul... no nos hemos visto pero seguro que nos leemos. Te mando un abrazo.