miércoles, 17 de septiembre de 2008

Perdonen la tristeza, diría Sabina...


"La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde...
Y tú en el cine sin saber
qué es lo que pasa mientras la ciudad
se llena de árboles que arden.
Y el cielo aprende a envejecer..."

Joaquín Sabina


Hice de este espacio un lugar de remanso. Básicamente, el sitio que yo quería para apacentar mis emociones, las que nacen desde el alma y no pocas veces han muerto de causas naturales. Me cuestioné durante muchas horas qué tan bueno sería expresarme desde la otra parte que soy: La que hoy por hoy está asqueada de lo que sucede en mi país.


Al dar el grito de independencia, mucha gente suele sentirse más mexicano, nos gusta festejar y gritar "¡Viva México, Vivan los héroes que nos dieron Patria!" y un sinfín de cosas similares. No me opongo a las fiestas aunque a decir verdad tampoco la festejo. Pero eso no le quita NINGÚN, ABSOLUTAMENTE NINGÚN DERECHO a que un grupo de hijosdeputa siembren en mi país, en el lugar donde educo a mi hija para que respete y se haga respetar, para que acepte la diversidad sexual, mental, emocional y política de todo ser humano; el horror de no saber en qué momento habrán más bombas, más ejecutados, masacres, de qué festividades nos debemos cuidar, de quién depende que matemos el terrorismo (una palabra que parece nueva pero que haciendo el recuento de lo que ha sucedido no es tan reciente) y le pongamos fin de una chingada vez al temor no sólo de expresar nuestra opinión, no sólo de salir a trabajar o a divertirnos: incluso el hecho simple y bienganado de estar en nuestras casas. Ya lo dice una imagen de Matizze, un artista genial que no tengo el placer de haber visto toda su obra: "No queremos una guerra que nos mate ni una paz que nos oprima". Chingao.


Lo que ha sucedido en Morelia Michoacán es un abuso del alma. La historia de una mujer que perdió la vida protegiendo a su hijo de seis meses, la interrupción permanente de los sueños de quienes murieron, de quienes están mutilados, de quienes lo vivieron, de quienes lo vimos incrédulos desde la televisión de nuestro hogar.


¿Exigirle a quién? ¿A los gobernadores, que como el caso del poblano son alcahuetes de pedófilos millonarios? ¿A la policía, que son los que en un porcentaje alarmante planean los secuestros sin miramientos? ¿Al ejército, que violan entre siete soldados a una anciana de 73 años y se declara en su acta de defunción que murió por gastritis y no desangrada vaginal y analmente? ¿Al presidente de la república, que en su guerra contra el narcotráfico está más que visto que van ganando los narcotraficantes, como en partido de fútbol? ¿A la sociedad, que nos seguimos callando porque vemos que las cosas pasan "desde lejos" y sólo nos indignaremos cuando llegue nuestro turno de perder la vida, de sufrir el secuestro de un ser querido, de que nos quiten la quincena, de que no podamos ya salir ni de mañana ni de noche?


Puede parecer un optimismo forzado y una esperanza ridícula, pero sigo siendo partidaria de las palabras de Teresa de Calcuta: "Yo no odio la guerra, amo la paz...". Y con esto quiero decirle, a quien se tome el tiempo de leerme, que ya basta de quedarnos con los brazos cruzados, de aventarle la papa caliente a los demás, de decir que no podemos hacer nada. Sí podemos, sólo falta que lo creamos.


Y termino con otra frase de mi Joaco Sabina, de su misma canción:


"...Y sal ahí,
a defender el pan y la alegría
y sal ahí, para que sepan...
¡QUE ESTA BOCA ES MÍA!"


Atentamente, la Albanta, que se levanta y se tiñe de rojo porque no concibe otra forma para estar de duelo...

3 comentarios:

FerGil dijo...

Es que da coraje que los encargados de nuestra seguridad tengan, en el mejor de los casos, una incompetencia abismal, y en el peor, una complicidad criminal. No hay a dónde ir...

Anónimo dijo...

que pinche mamona

AzulAlbanta dijo...

Tienes toda la verdad, Fer... No hay a dónde ir...

Anónimo: Chido tu comentario. Profundísimo... Nuevamente, una sugerencia: "Que" lleva acento cuando quieres subrayar el enunciado.