jueves, 15 de febrero de 2007

Al lado del camino...

"...Yo ya no pertenezco a ningún istmo
me considero vivo y enterrado
yo puse las canciones en tu walkman
el tiempo a mí me puso en otro lado
tendré que hacer lo que es y no debido
tendré que hacer el bien y hacer el daño
no olvides que el perdón es lo divino
y errar a veces suele ser humano...".
Fito Páez

Qué importa que tenga miedo. Qué importa el terror de volverme a morir. Es decir, cuando uno ha probado ya la tortura de saberse inmóvil, las cosas no vuelven a ser como antes. Nunca más.

De pronto la resonancia cardiaca se altera porque sabe de mí. Porque me conoce. Porque entiende que algunas veces uno no intenta llegar a ninguna parte pero necesita cuanto antes un poco de oxígeno para que el destierro voluntario sea convertido en un lugar habitable.

Luego cierro los ojos para no tener que abrir los pachecos síntomas de colapsus animalus amorosus...

Y abro el hueco del corazón. Y respira profundo. Y carajo, empieza a creer.

Entonces se aparece el espectro del desencanto y me advierte con voz nítida que las cosas siempre pueden empeorar... por imposible que parezca.

Estoy triste. Necesito dormir más, trabajar menos y mandar a un estúpido espectro maníaco depresivo por rumbos de la chingada.

Pero sigo triste. Siempre espero tempestades...

1 comentario:

Anónimo dijo...

No! No sigas triste! No esperes lo peor! Aférrate a lo lindo que te ocurre hoy!
Muchos besos.
Rosana.