martes, 4 de septiembre de 2007

De mis soledades voy... (Fruta picada ¡sin chantilly!)

En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
San Juan de la Cruz.




¿Quién es el dueño de una carta: el remitente, o el destinatario? ¿Quién es el dueño de la herida: el que la causa o el que la padece? ¿No son caras los dos de una misma moneda? O quizá el dueño es el sentimiento que les clava su dardo. Quien ama, quien es amado y el amor: ese arquero que los llaga a ambos, ese puente levadizo en que se encuentran y se desencuentran... El dueño de la herida es el verdugo y es la víctima; es el idólatra y es su ídolo; pero, sobre todo, aquello que los vincula o los enfrenta, sea cual sea su nombre. Porque hay amores que no saben el suyo verdadero.

Antonio Gala.


Sigo pensando en cuánto pienso en él. No es que me guste sufrir, francamente, pero supongo que un leproso no puede olvidarse de su padecimiento únicamente cerrando los ojos y contando hasta diez. Lepra del hipotálamo, eso es lo que tengo. Sentir cómo se cayó a pedazos desde hace tanto tiempo la idea de un mundo con conejitos y chocolates por doquier (¿Nunca vieron el capítulo del Conde Pátula en el planeta Lindo Lindo Hermoso Hermoso? Más o menos así).


Supongo que me siento bien, después de todo.


Despierto de una manera casi vulgar: Viridiana se asusta con un ruido de la calle y clava las uñas en mi cabeza. Gata babosa. Una de dos, o le prohibo terminantemente entrar a mi recámara, o le corto las garras pronto, porque ya me dejó los brazos en calidad de chamarra tamaulipeca. Una cosa gacha.


Voy a pagar mi teléfono. Con cuánta inocencia llevé mil pesos. Como no me han llegado recibos desde hace dos meses, pensé que me alcanzaría hasta para desayunar. Supongo que el cajero se asustó cuando vio mi cara de "¿¿¿CÓMO QUE SON DOSMIL SEISCIENTOS???" porque casi me ofrece una silla y algodón con alcohol. Aparte de chípil, jodida.


Llego a la oficina. Llueve. Mi gripe ya se instaló en este puerquecito caribeño y como que no me piensa abandonar. Ya me terminé dos tarros de miel Carlota, no sé cuántos kilos de limones, más inyecciones que si tuviera rabia y nomás no se va. Alguien a quien conozco (pero ya no existe) me dijo un día que su enfermedad era sicosomática. Supongo que la mía quiere algo por el estilo, porque en realidad hasta que me deprimí comencé a darme cuenta que me dolía como si hiciera gárgaras de hojas de rasurar...


Un asesino serial me dijo que hice un comentario inteligente. En fin, no sé si es asesino serial, en realidad, pero es una ventaja saber que no cumplo con los requisitos de víctima. Este comentario puede estar de más pero francamente me da pereza borrarlo.


Ya pude entrar a hi5. Digo, por si tenían la duda y no podían dormir...


No sé, supongo que este mes no pasará gran cosa en mi vida. Aunque cada vez que digo eso hay una hecatombe emocional que me hace tragar mis propias palabras. Bueno, mientras no sea quedarme sin teléfono, no hay tox.


El informe de Felipe Calderón fue genial. Aunque desde mi humildísimo punto de vista debió empezarlo con la consigna "...Queridos Reyes Magos". Un compendio de logros, triunfos, cosas lindas me refiero, me hizo pensar en que quizá estaba rindiendo cuentas de lo que pasó en Holanda, porque en México no veo claro.


Por fin entiendo tanta melancolía. Además de lo que pasó ayer, digo. Estoy, como dijera mi abuelita, en mis días de luna. Fiuuuuu...


Debí empezar este escrito aplicando la de "Querido Diario", porque parece minuta.


Yo digo que chale.

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