domingo, 9 de septiembre de 2007

¡Rayos! Es domingo... (Melón con queso cotagge)


Despierto confiada en que el mal sabor de boca se pasará en cuanto se cumpla la semana (y por si las dudas, corro a lavarme los dientes, quizá el mal sabor va mucho más allá del sentido figurado). Una duda asalta mi pensamiento dominguero: creo que no es normal este calor insoportable en septiembre.

Corro a la compu. Un correo genial, letras con sabor nostalgia y citando a Luis Eduardo Auté, dos o tres segundos de ternura. Hago mentalmente una lista con pendientes y resultan demasiados para ser domingo:

  • Escombrar
  • Lavar ropa
  • Hacer tarea con Seles
  • Checar el libro de Bardo
  • Lavar trastes
  • Ir por las pastillas (estúpidas pastillas)
  • Bajar el concierto de Olga Román.

Las nueve quince de la noche. "Tengo hambre" me dice Selene con la ternura de quien está a punto de comerse su propia pierna. "Yavasmija", le respondo francamente sin ninguna intención de darle de cenar. Ok, hacemos el intento, voy a la tienda, compro queso manchego, jamón, pan Bimbo y jugo de manzana. Con la dieta que tenemos, vamos a terminar como Cartens.

Hay alguien... alguien chido. Pero he aprendido que si quiero que algo se haga realidad, lo más sano es no comentarlo ni por equivocación, porque corro el riesgo de apestar el asunto mucho antes de que pueda llamarse asunto. Pusyaqué, no lo comentaré.

El viernes... el viernes fue un día rico.

Estoy viendo una película bien triste. Ni idea de cómo se llama pero es cursi como ella sola.

Podría pedir perdón por las estupideces escritas. Pero es domingo, y se perdonan mis inconveniencias.

Agréguenle un apodo más: Albamaranta.

Próximo lunes diecisiete, finale alterno de un capítulo más. No se lo pueden perder.

(En la tele, Noah llora porque Allie no sabe quién es. Sufre al ver cómo el amor de su vida no puede recordar cuánto se amaron. Yo opino que se debería sentir dichoso: por lo menos lo que los separó fue la enfermedad y no el miedo).

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