lunes, 20 de agosto de 2007

Chiles enojada... ah no, en nogada...

Las doce del día. Bueno, 11:59 en realidad. Pasa un señor fuera de casa vendiendo algodones de azúcar azules, rosas y unos de color lila bien chipotludos. Yo tengo un dolor de garganta realmente inmisericorde pero para probar que soy bien macha estoy fumándome un Marlboro de cajetilla negra. Siento como si rasparan violines en mis cuerdas vocales. No me importa: yo no canto.

Lunes de luna. Tengo que cancelar una cita, limpiar tres betarios, darle de comer a mis peces, bañarme, irme a la oficina y el día apunta como para que yo me hubiera reportado enferma de aquí a Semana Santa. Pero tengo que ir... ash...

Agosto no es un mes especial. Simplemente, un puente entre el 17 de julio y el 15 de septiembre para dar el grito como se debe. En canal dos, un cheff de dudosa reputación guisa algo que no se me antoja, pero como este escrito no tiene pies ni cabeza, no lo podía pasar por alto. Cancelaron el suplemento cultural donde escribo, mi vida económica está peor que la sentimental (¡Sí-se-pue-de Sí-se-pue-de!) y la social no despunta de ninguna manera. Cero trabajo extra, no arrancará un proyecto sino hasta la próxima semana, y para acabarla de fregar, yo debo mi teléfono y ya casi no hay despensa. Aunque evidentemente, he estado en peores situaciones.

El día está gris. Eso me gusta. Por lo menos me siento en armonía con la naturaleza, con la ciudad, con los IMECAS...

De pronto una duda me corroe... ¿Qué pasará con Grey?

Chale, me preocupo por cada pendejada...

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