lunes, 27 de agosto de 2007

Fines de semana retorcidos (y dieta a la vinagreta)

Debo reconocer que nunca me han gustado los domingos. Ya he dado el motivo desde hace mucho, pero por si las dudas, debo repetírmelo: me parece que ese día uno envejece con mucha mayor velocidad. El domingo es una señora gruesa en bata floreada sentada en su mecedora que resiste el calor sin techo afuera de su casa en un pueblo polvoriento, el abanico sólo hace que el calor se alborote...

Quiero escribir pero me sale espuma, dice Sáinz citando a Nervo y luego yo lo cito a él (ah, pues cuántas citas, ¿no?)

Necesito un café, necesito un cigarro, necesito pagar mi teléfono, necesito ganar más dinero, necesito una aceituna (se me antojó una aceituna).

En realidad lo que necesito es ponerme a hacer algo. Empezaré por lavar trastes.

Mejor primero me tomo mi café...


No hay comentarios: