miércoles, 29 de agosto de 2007

Ya me cayó el chahuistle (¿alguien sabe qué tan diurético es el café?)


No puedo evitar pensar una y otra vez en las últimas palabras de Z, aquel día a las seis de la mañana en las calles de Patriotismo (exactamente no sé la ubicación, pero el taxi me cobró de regreso ciento sesenta pesos, así que debía estar muy pinche lejos de mi casa): "Me encantas, porque vas por la vida intentando como sea ser Maléfica cuando en realidad el único papel que te queda es el de Blancanieves...". Chale.


Bueno, quién es Z no importa, el caso es que de un tiempo a la fecha (uh, uh, uh, uh) me corroe la duda incierta de que desde el aniquilamiento de mi hipófisis yo he pretendido navegar con bandera de Catalina Creel cuando en general me cuesta trabajo aceptar incluso que mi gata atrape las moscas y se las coma vivas. Es decir, ni soy mala, ni la vida me hizo. Simplemente, lo mío lo mío ya no es amar. Es desgastante. Deprimente. Aniquilante. Sofocante (A lo lejos, Fernando Delgadillo guitarra en mano me dice a todo pulmón: "Así es amar, querida mía sin esperanza, por eso el alma, sólo se entrega una vez, luego la vida nos traiciona la confianza y uno no vuelve a ser aquello que un día fue...").


Le creo. A pesar de que sea Fernando Delgadillo.


Y no es que uno no lo intente. Que conste. Bueno, a decir verdad no lo intento. Me gusta escuchar esa frase impúdica que la gente dice cuando siente su deber. "Te amo". Chingao, la última vez que lo dije, hasta la presión se me bajó. Y es que no es tan fácil, en verdad.


Luego recuerdo a A mirándome fijamente a los ojos y diciéndome "Mira niñota. Es que tienes un problema muy serio. O sea, tú dices que entregas pero en realidad no entregas... Pero bueno, si con lo que no entregas uno ya debería sentirse agradecido, porque es un chingo, entonces no quiero imaginarme cómo será cuando entregues... Yo más bien creo que tú todavía sigues amando a..."


¡¡¡MOMEEEEEEEEENTOOOOOO!!!


O sea, no le entendí a lo que A me quiso decir pero asumo que fue algo así como que yo seguía pensando en aquel fantasma noporausentemenospresenteenmisafanesporrecordar. Quién es A tampoco viene al caso y mi fantasma... pues es mío sólo mío y no lo comparto lero lero.


Hasta aquí debo decir que las cosas no iban tan mal, claro. Asumí desde un principio que jamás me podría quitar la patología fantasmal y nunca lo he siquiera pensado, así vivo bastante cómoda y procuro andar por la vida como el niño de sexto sentido: sabiendo que sé lo que los demás no saben pero básicamente... intentando hacerme güey.


Luego llegó a mi vida R. Convendría que supieran quién es R, pero francamente nunca he hecho lo que me conviene así que no planeo ponerlo aquí. Como diría Alex Santiago, diré sin detalles que son sólo míos, del tiempo a su lado, no quedan testigos... O bueno, sí quedan, pero son afortunadamente muy discretos y nada han de decir. El caso es que permití abusar de mi suerte y llegué incluso a pensar que sí que sí, podría por fin darme chance de dar un paso más allá.


Mala idea, Albanta.


Bueno, ni tan mala. Debo decir que fue genial. El caso es que he descubierto, después de todo, que un corazón en estado comatoso difícilmente puede despertar... A menos, claro, que sea el fantasma que llegue a decirle ¡Levántate y anda!


Quizá entonces, andará...


En vía de mientras, la estoy pasando morrocotudamente bien como zombie. Para qué los engaño, la vida sin sentimientos sí es vida, cómo no.
Por cierto, la imagen es de Mark Ryden, y honestamente, es espeluznantemente bella.

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